NIEVA EN ESPAÑA

Comentario en Punto Radio. «Protagonistas Cantabria»

Sean razones de clima suave, sean razones de costumbres, el caso es que nuestro país no se lleva muy bien con la nieve, cada vez que cae en abundancia con motivo del invierno. Cuando no es un aeropuerto, es toda una comunidad autónoma, la que se ve poco menos que parada por la crudeza invernal, aunque esto no sea de recibo en los tiempos que corren, y mucho menos con la crisis a cuestas. Negocios parados, casas sin luz, transportes interrumpidos, y suma y sigue. Hay inclemencias meteorológicas que no las para nada, pero es que en España llueve sobre mojado. No se trata tanto de meterle el dedo en el ojo a los servicios de emergencias nacionales y autonómicos, como ir cambiando el chip en general con respecto a planes y cómo actuar mejor todos de cara a la nieve y el hielo. No es que los usuarios hagamos precisamente caso, todos al menos como se pide, de las recomendaciones que se dan desde las instancias que saben de esto. Muchas veces salimos a la carretera sin las cadenas, algunos pocos víveres, y la batería del coche y el teléfono a punto por si es necesario tirar de emergencias. Hay de todo, y fallamos un poco todos.

En su día, fue un acierto crear dentro del Ejército una Unidad de Emergencias en caso de situaciones como las que se han producido en Cataluña, y que les ha desbordado a todas luces. De una vez por todas, hay que acometer planes con antelación para tener escrito lo que hay que hacer si cae una tan gorda como las de las Provincias Catalanas. Mejor esto, que esperar a que lleguen las nevadas, el deshielo, las riadas o los vendavales. En efecto, como decía al principio, sencillamente, en España no estamos acostumbrados a los fríos siberianos, y eso nos ha llevado a no contemplar muchos supuestos que pueden llegar a pasar. Cuando pasa, entiendo a ese camionero que circulan de continuo por Alemania, Suiza, Noruega o Rusia, señalando que la nieve no es incoveniente para parar tres días el camión a un lado de la carretera, esperando a que la carga fresca se pierda definitivamente.