Más de 50, menos eres

Desde que Mónica de Oriol (presidenta del Círculo de Empresarios) estableció cuándo es conveniente que la mujer sea madre, para contratarla o no, han saltado las alarmas también en el sexo contrario por si a las edades en que está más cercana la Viagra, tampoco van a contar ya contigo para nada. Que unas personas de la misma edad juzguen sentencia laboral y social sobre otras similares, se llama simple y llanamente brutal intolerancia. Personas así, por más dinero y poder que tengan, jamás deberían ocupar un puesto de referencia económico y, con ello, social, y es de esperar que el futuro que brote de esta corrupción actual de hechos y de palabras derive en la verdadera regeneración de ideas, actos y personas.

Un profesional de más de cincuenta años tiene unas ganas y una experiencia fuera de toda duda, salvo para catetos, mal pensados y prepotentes. Lo que es un crimen es prejubilarlos. Lo que es incoherente es que tengas que llegar a los 67 años trabajando. En algunos casos menos favorecidos de fortaleza física, les llevaran los hijos a la oficina. En otros, ¡los mi pobres!, se harán pis encima, mientras acerquen la cara casi pegándola a la pantalla del ordenador porque no ven tres en un burro.

 Este es un mundo que quiere Ángela Merkel, toda una privilegiada, pero no es ni lógico ni sano para el resto de los vivientes. La sociedad actual que se ha creado, en paralelo a la crisis, supone vivir mal, hacerlo cabreado, y sentirte sin oportunidades a los 20 o a los 50. Y si las tienes, con 20 y 800 euros al mes, te dejan pelado. Y si las tienes, con 50 y 800 euros al mes, es como decirte que eres una mierda pinchada en un palo. El reflotar vendrá de personas y de ideas que vuelvan a poner en su sitio el valor irrenunciable de la juventud de la que avanzas hacia la madurez. Las edades, como establece la propia historia desde que habitamos este planeta, siempre se tratan entre ellas con respeto. Por eso hay que recuperarlo y no volverlo a perder de nuevo.