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Gracias presidente Suárez

Un país siempre debe su respeto y recuerdo en los libros sobre su historia a quienes han velado desde su puesto de presidentes del gobierno tanto por el presente como por el futuro de esa nación. Adolfo Suárez (1932-2014) será recordado como un gran padre de nuestra democracia, porque las generaciones actuales gozamos de un altísimo techo de libertades, fruto de su trabajo, tesón y capacidad personal y política. Hablo desde la distancia en edad al anciano presidente desaparecido, al que debemos igualmente años de paz y prosperidad, sucesivos relevos gubernamentales salidos de las urnas, las autonomías y parlamentos democráticos, que sitúan a España como país modelo de instituciones, aunque los comportamientos dentro de ellas sea otro cantar. Ser en su caso el primer presidente de la democracia es un hecho que impone en sí mismo, ya que  tuvo que vivir no pocas situaciones conspiratorias, de inestabilidad, incomprensión, ruidos de sables, y la traición que parece emparejada con el poder, porque así se escriben las biografías de los grandes estadistas de la talla de Churchill, Kennedy o Suárez. Tuve la ocasión y el honor de conocerle de cerca y es verdad que imponía un aura de estado, de consenso, de reglas democráticas que todos debemos asumir por el bien general. Creo que no importa mucho que los españoles seamos olvidadizos hacia los que nos han prestado un gran servicio, como el presidente Suárez, si en la despedida final sabemos estar a la altura, y aquí siempre lo hacemos realmente bien.

Cada vez que un grande como él nos deja, se resiente la sabiduría sobre la orientación que debemos seguir en los destinos del país. En su caso fueron los Pactos de la Moncloa. Presidía un gobierno pero la crisis requería hablar con todos, llegar todos a un acuerdo. No le hizo dar un paso atrás ni las presiones ni la ambición de poder, y el acuerdo fue unánime. Su forma de hacer creó escuela política, y ha estado presente en los sucesivos gobiernos, de un signo u otro, como si pareciera que la idea de remar todos juntos fueran herencia en gran medida del estilo Suárez. Y ya que hablo de estilo, diré que le sobraba por los cuatro costados, y lo ejercía además con sencillez innata. Pienso que los españoles estamos orgullosos de haber contado con un estadista de su talla. Y creo también que es de bien nacido ser agradecido. Hasta siempre y gracias presidente.

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