Democracias vulnerables si desatienden a las zonas rurales

18.6.2023

Europa, y nosotros vivimos dentro de ella, tiene los mismos problemas que el resto del mundo. Aunque, en la forma propia de ser y actuar, padecemos  un defecto que no se quiere ver: barremos más para afuera que para adentro. Dicho de manera clara, tenemos abandonado al mundo rural, y no dejamos de hablar de despoblamiento, falta de interés e inversiones, pero sin actuar con determinación. La UE no puede tener ciudadanos de primera, de segunda y de tercera, como antes era el fútbol. Tapar el problema soluciona nada, al contrario, el malestar va en aumento, y con ello la vulnerabilidad de las democracias europeas.

En el galimatías que es comprender el entramado institucional europeo, porque la transparencia no es real, me entero que la Comisión Europea acaba de aprobar 680 millones de euros para el despliegue de redes autónomas 5G de alto rendimiento en zonas rurales de España, que están insuficientemente atendidas (textual). Más claro, agua. En realidad, la desatención rural es hoy una de las mayores desafecciones que tienen las democracias europeas, algo que reconoce Bruselas. El 15 de marzo de 2023 se celebraron en Países Bajos elecciones regionales y Euronews era tajante al contarlo: “Un movimiento campesino arrasa en los comicios provinciales”. Como está de cara la credibilidad informativa, y dependiendo de qué tema sea, me fio más de las noticias contadas por medios internacionales, que lo que se pueda relatar   aquí, tan ideologizado que está todo.

¡Ojo!: que las zonas rurales representan el 80% de la Unión Europea. ¡Atención!: Aglutinan el 30% de su población. Y,lo más importante, nuestros pueblos son claves en la producción de los alimentos que nos llevamos a la boca todos los demás. ¿Es de por sí valorado todo esto como merece, y recompensado como tal? Para nada. La Comisión lanzó en 2021 la iniciativa del Pacto Rural, pero si se hace una encuesta entre la población acerca de qué es esto y en qué consiste, seguramente casi nadie contestaría con acierto a la pregunta en cuestión. Ahora, lo de pacto unido a rural, sonar, suena muy bien. Aunque falta pasar de la mera publicidad a ponerse, con decisión, manos a la obra.   

Sin duda, uno de los grandes logros en la historia europea ha sido y es la Política Agraria Común, la famosa PAC. Sus resultados ahí están para agricultores y ganaderos, pero todo evoluciona en la vida, con el paso del tiempo, y hoy los retos son los jóvenes y su interés y motivación por la continuidad de la labor que antes ejercieron sus padres y abuelos. El campo y la despoblación que sufre nos lleva a la crítica, primero, de lo que necesitan los pueblos y sus habitantes, en especial los niños y jóvenes, y a lo que exigen, con todo derecho, porque toda la atención va a las ciudades. No les hacen falta rascacielos, pero si servicios. Cuando se habla tanto de modernidad, desarrollo, infraestructuras, tecnologías, educación o sanidad, digamos la verdad, el olvido hacia lo rural es un hecho tristemente consolidado.

“Cuando se habla tanto de modernidad, infraestructuras, tecnologías,  sanidad, digamos la verdad, el olvido hacia lo rural es un hecho”

No es difícil adivinar, para lo que ofrecen a cambio, la comida, a lo que las zonas rurales aspiran. Pues a que se les incluya en las mismas oportunidades de bienestar en general que se puedan ofrecer en las urbes de muy diferentes tamaños. Generalmente, en las capitales se nos llena la boca con lo de las empresas, transportes, la limpieza, los colegios e institutos y, sobre todo, como se ha puesto la cuestión con el Covid, un mayor y mejor acceso a la sanidad púbica.

Pero, aunque hoy Gobiernos y Administraciones no muevan ficha al respecto, los mayores culpables de esta situación son precisamente ellos, al descuidar y permitir el desmantelamiento, sí, el desmantelamiento, de gran parte de las zonas rurales, que pierden servicios que les costó siglos conseguir. Hay comarcas que llegan incluso a defender con unas y dientes que no les quiten el médico o la posibilidad de disponer de una ambulancia cercana que salve una vida en un lugar recóndito dentro de la geografía de una región o un país.

El abandono público va acompañado del privado. La banca se ha ido de los pequeños municipios, sin decir adiós. El gasto de los pocos cajeros automáticos que quedan en pie corre por cuenta de ayuntamientos y gobiernos, que no debieran a mi entender gastar el dinero público en estos menesteres. Lo de las sucursales bancarias también ha ocurrido en las ciudades, pero no con la agresividad que se ha hecho en las zonas rurales, que generan tanta riqueza en todos los sentidos, pero no parecen ser merecedores de contar con dependencias bancarias, correos, servicios de comercio, ocio o la ya comentada sanidad, porque, dada la edad de muchos de los pobladores de estos enclaves, los cuidados médicos no pueden faltar.

Europa sabe todo esto y más, sin embargo, se duerme en los laureles para poner freno al paulatino abandono de los pueblos que posteriormente desemboca sin remedio en su olvido definitivo. Planes no faltan, es cierto. Pero sino se ponen en marcha, con el debido presupuesto, seguiremos hablando de la España vaciada, a lo que no son ajenos como ya hemos subrayado el resto de países socios de la Unión. En la medida además que la UE se ha ido expandiendo, con ello también ha crecido el problema rural.

En todo caso, hay atisbos de esperanza. Una cosa es que los Gobiernos no quieran darse cuenta de la importancia trascendental y atractivo de los pueblos, y otra bien distinta es que los ciudadanos no lo vean por su cuenta. Aquí, por ejemplo. Desde 2018 va en aumento el éxodo hacia los pueblos, de tal manera que, a partir de ese año, se han registrado 222.229 empadronamientos en municipios de menos de 5.000 habitantes. Con la llegada del Coronavirus y la pospandemia la cifran se ha incrementado sensiblemente. La buena noticia es que se ha convertido en una elección asentada repoblar pueblos, y con ello tener esperanzas de que la vida regrese a lo que antaño fueron prósperas zonas, no solo por la agricultura y ganadería, sino también por la convivencia entre habitantes. Vecindad: Condición de ser vecino de otras personas. De todo lo que necesitan las áreas rurales, esto es lo más, que bajo ningún concepto pueden también perder.

“Hay comarcas que llegan a defender con unas y dientes para que no les quiten el médico o la posibilidad de disponer de una ambulancia cercana”

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15.6.2023

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Gasto público, fondos, justicia, Uber: la UE saturada con España

11 de junio de 2023

La actual tarjeta de presentación de España ante el resto de socios europeos está plagada de pleitos interpuestos ante la justicia de la Unión, por tantas y tantas decisiones disparatadas aquí tomadas. Y lo digo así porque se adoptan a sabiendas de que no casan con el sentir, valores, normas y reglas de actuación europeas, lo que al poco va a suponer que serán anuladas. Ahora son las licencias de Uber o Cabify de Barcelona, ayer la rebaja de la malversación y la sedición, y mañana serán los nuevos nombramientos en la Fiscalía General del Estado, con el voto en contra de sus fiscales componentes. Tenemos a Bruselas un tanto saturada.

¿Los ciudadanos belgas, alemanes o franceses se enteran de lo que pasa en el resto de países de la Unión Europea? De saberlo, ¿les preocupa y, más allá, enoja? Depende. Sí, depende de que les afecte directamente alguna decisión que se tome en Grecia, Italia o España, y casi siempre tiene que ver con el dinero, cómo se recauda, gasta o dilapida.

Nuestro país da hoy la nota por diversidad de motivos, solo que a la cabeza está una deuda pública que supera los 1,5 billones de euros, que nos sitúa como el decimosexto país del mundo más endeudado. Entre los grandes con un gran cañón a sus espaladas están Japón, Grecia, Italia, Estados Unidos o Portugal. Aunque nosotros nos asemejamos más a Sudán, Eritrea, Cabo Verde, Surinam, Barbados, Singapur, Mozambique o Bután.

Por motivos del Covid y consiguiente desaceleración de toda la economía, la Comisión Europea dio acceso a España a unos generosos fondos de recuperación que rondan los 140.000 millones. El reparto, por arbitrario y opaco, de estas ayudas entre los diferentes sectores productivos es motivo de una gran controversia dentro y fuera del territorio nacional, con lo cual estamos ante un aspecto que sí está bajo la lupa y también la crítica de las principales instituciones del ámbito europeo, como pueden ser la Comisión y el Parlamento Europeo. Hablamos de utilizar bien el dinero que es de todos los europeos, y para ello sean perceptibles los proyectos en los que se emplea ese ingente capital, algo que tampoco podemos mostrar cristalinamente al resto de socios europeos.

“El reparto arbitrario y opaco de ayudas entre los diferentes sectores productivos es motivo de crítica de la Comisión y el Parlamento Europeo”

La atención que presten los medios de comunicación de Bruselas, Berlín o París y por ende sus ciudadanos, no es óbice para constatar que España no ha estado nunca en el primer nivel de las naciones europeas más poderosas, y ello es porque aquí se toman decisiones políticas y económicas que en este periodo concreto de nuestra historia son denunciadas permanentemente ante los órganos de decisión europeos, por considerarse que incumplen el sentir y los valores de la Unión o, directamente, la legislación vigente.

El muy reciente nombramiento de fiscal de Memoria Democrática va a seguir de inmediato este camino de pleito planteado ante Europa. Antes han sido los fondos y lo mal que se utilizan, la rebaja de las penas por malversación de caudades públicos, lo mismo de la sedición, la renovación de los órganos de justicia dentro del Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional. Y, ahora, la justicia europea declara ilegal el límite de las licencias VTC (Uber y Cabify), impuesta por la aún alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

No ofrecemos buena imagen como país. No damos sensación de consistencia. Ni tampoco nos queremos poner al nivel democrático de lo que exige esa pole de salida dentro del selecto club europeo. Si es verdad que el futuro de la UE está en crisis, en una encrucijada, deberíamos cuidar y velar con especial mimo por todo lo que hemos construido a día de hoy. Pero la España actual no lo hace. Actuamos con voracidad, pero, lo peor, como yendo por libres a la hora de tomar decisiones que tienen mucho más que ver con lo que se hace en determinados países iberoamericanos, pero no en el viejo continente. Los ingleses, cuando estaban dentro de la UE, siempre nos criticaban en exceso. En concreto, sus periódicos. Tras el Brexit lo siguen haciendo. ¿Es que nos tienen manía? Pudiera ser. Pero los británicos se dejan mucho dinero en España, no solo proveniente del turismo sino de inversiones directas, y dentro del Reino Unido, sus ciudadanos con posesiones en España, están muy preocupados con el libertinaje que aplicamos aquí a la ocupación ilegal de viviendas (okupas), que a lo que se ve también afecta a ciudadanos de otros países.

Somos nosotros mismos, con políticas del todo irresponsables, los que nos disparamos al pie. Generamos temor a las compañías extranjeras que piensan en España (este tipo de inversión se ha desplomado en el primer trimestre de este año), pero también desconcertamos a las empresas propias, que sienten que no son queridas ni apoyadas.

Desde el propio Gobierno, no se puede criticar lo mejor que tenemos. Y el abanico de disparates va desde el turismo, a la ganadería, con la carne, la agricultura, con las fresas, o a recibir a dirigentes extranjeros con la mayor pompa para que nos critiquen abiertamente, mientras les concedemos honores y cenas de gala. Sí, abiertamente creo que puedo decir que estamos en boca de demasiados ciudadanos molestos. Desde luego, los propios, los españoles, ya se han hecho eco de todo esto que expongo hoy, de ahí el descontento mayúsculo expresado en las urnas.  Pero fuera, igualmente se va extendiendo la idea de que España es un país con tendencia a la cacicada, a estar en la polémica y el punto de mira. Las formas se cuidan realmente casi nada. Al igual que la separación de poderes, con respeto a todas las instituciones, su funcionamiento e independencia. Por eso no se dejan de denunciar decisiones de apariencia y contenido injustos ante el resto de Europa. De esta guisa nos presentamos para ocupar en los próximos meses la presidencia rotatoria de la Unión Europea. España, Spain, Spanien, Espagne, Spanje. Todas son la misma.

“Los británicos se dejan mucho dinero, del turismo, de inversiones, y sus ciudadanos están muy preocupados con la ocupación ilegal de viviendas”

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Extender dudas sobre las reglas democráticas para el voto

El verano español es conocido por los intensos calores y desplazamientos fuera de casa para desconectar, como es merecido para todo trabajador o pensionista que tiene derecho a sus vacaciones anuales. Si a estas alturas del año, y con los planes ya hechos, te ponen elecciones generales un 23 de julio, es que algo o alguien no es merecedor de ser definido como normal. Así las cosas, no puede haber escenario más incierto entre votar el que pueda, no votar quien está lejos ese día de su casa o hacerlo por correo. Quien dijo que votar era fácil, aún no conocía este nuevo caso dentro de la política española, que se dice país de la Unión Europea.

Aquí somos muy tozudos a nada que nos pongan algo difícil. Hacemos lo imposible para que a otros no les salgan bien sus propósitos. Esto es extensivo a cualquier cuestión que imaginemos, incluso a una extraña convocatoria electoral. Sí, a votar, a meter la papeleta en la urna. Y es que se ha dado la circunstancia de que, al día siguiente de las últimas elecciones autonómicas y municipales, sin casi tiempo de analizar resultados, el presidente del Gobierno convocó elecciones anticipadas para el domingo, 23 de julio de 2023. Está en su derecho constitucional, aunque quejas, dudas y desconfianzas no hacen más que aumentar, por muy variadas razones. La primera, por ser verano. La segunda, porque los trabajadores tienen derecho a sus vacaciones y a que se les respeten los viajes previstos. Y la tercera, porque el voto por correo va a convertirse en el protagonista inesperado de esta nueva cita con las urnas, cuando al ciudadano, lo que le gusta, y a lo que tiene primeramente derecho es a depositar su papeleta en persona, de ahí lo del título de reglas democráticas.  

También queda mal que al Sistema Nacional de Salud no parezca preocupar  la salud y prevención ciudadana, como si no hubiéramos aprendido nada del Covid. Lo digo porque el resumen meteorológico de un 23 de julio en España no engaña, es sofocante. En ese mismo día de 2020 se llegaron a temperaturas máximas de 32 grados; en 2021 fueron casi 36 y el año pasado se repitió igual temperatura. ¡De asarse, vamos! Por eso, lo primero que hay que discutirle al Gobierno es lo poco y mal que piensan en la tercera edad, en los enfermos, en los ya citados trabajadores, por obligarles a votar en un día de esos que se recomienda estar a la fresca y beber mucha agua para no caer en la deshidratación. Que este es un país de grandes contradicciones, no cabe duda, pero a lo que no estábamos acostumbrados es que los dislates los provocara el propio Gobierno con decisiones como esta, sin contar con nadie. Se llama al voto a quienes no parecemos importar en absoluto.

Si en las elecciones del 28 de mayo hubo un millón de votos ejercidos mediante el servicio de Correos, es fácil atisbar lo que va a suceder en estas generales. El Instituto Nacional de Estadística vaticina que unos 12 millones de españoles estarán fuera de sus residencias en esta cita electoral. Entonces, nos podemos imaginar lo que ocurrirá. Lo más fácil es pensar que el voto por correo se va a disparar, pero esto tiene un trámite y lleva también un tiempo. Ante lo cual, me temo que muchas personas, directamente no van a votar, y no es de extrañar si lo complican tanto. Votar nunca tendría que contar con mayores dificultades, pero este 23 de julio no habla bien precisamente de dar facilidades para ejercer el derecho al voto.

“Votar nunca tendría que contar con mayores dificultades, pero este 23 de julio no habla bien de dar facilidades para ejercer el derecho al voto”.

Imagino también que los trabajadores de Correos estarán pensando, con toda la razón, si alguien se preocupa por ellos. En vez de concentrar elecciones, y con ello ahorrar también dinero público, en dos meses se celebran dos gigantescas citas electorales. Se me dan bien las apuestas con amigos sobre los resultados electorales, los diputados y concejales que van a sacar unos y otros. Pero no me atrevo a pronosticar nada respecto a estas generales, empezando por los españoles que van a poder ejercer su voto, sin mayores contratiempos a los que ya se están poniendo.

A los ciudadanos, siempre se nos recuerda la importancia de votar. El mismo día de la cita con las urnas, todos los líderes llaman a la participación masiva. Antes, en la plenitud de las campañas, se nos alienta votar por el cambio, para crecer y avanzar más, para erradicar injusticias, hacer leyes necesarias,  asegurar el bienestar general, o alcanzar mayores cotas de trabajo, desarrollo y progreso, en paz. En la confrontación que suponen ya las elecciones norteamericanas, hay una frase sobre votar de la cantautora Billie Eilish que viene muy a cuento sobre lo que pasa ahora en España: Todos debemos votar como si nuestras vidas y el mundo dependiera de ello, porque dependen. La única manera de tener certeza sobre el futuro es crearlo nosotros mismos«.

La desorientación mundial no puede ser más grande hoy en día. Ante ello, hay dos posturas a tomar: encogerse de hombros o actuar. Son muchos los problemas que tenemos en frente. Desde la Guerra de Ucrania, el gran rearme y militarización de los países, el Cambio Climático, el avance de la intolerancia, la libertad de expresión en peligro, la politización de la educación, el peligro de los nacionalismos, la inmigración descontrolada y el aumento de la brecha entre ricos y pobres, lo que implica también a la tecnología y la digitación. Si todo esto y más, no es para votar, lo que uno quiera, pero votar, entonces no sé qué es lo que nos deba preocupar.

Desde ya, los partidos políticos deben llamar a la movilización de los votantes. Resulta también chocante, cuando se ponen trabas importantes, en pleno verano y vacaciones, para acudir a los colegios electorales. No se me ocurre mejor forma de acabar que aludiendo al pasado, y a lo que costó que no hubiera discriminaciones de poder, riqueza, raza o sexo en el derecho universal del voto. Susan B. Antony fue una activista por los derechos de las mujeres durante el movimiento sufragista a principios del siglo XX. Ya ven, aquello no queda tan lejos. Pero si dejó como legado importante esta recomendación: “Alguien luchó por tu derecho al voto. Úsalo”.

“Susan B. Antony fue una activista por los derechos de las mujeres durante el movimiento sufragista: Alguien luchó por tu derecho al voto. Úsalo”.

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La imagen que damos con Vinícius y el voto por correo de Melilla

Cada país tiene su idiosincrasia y, dentro de ella, las correspondientes virtudes y defectos. Estos últimos abundan mucho aquí, pero no existe nadie, repito, nadie, que esté para dar lecciones a los demás, desde Estados Unidos, pasando por Reino Unido, llegando a Rusia o a China. Y esto se extiende al racismo, la injusticia, la desigualdad, o los intentos de alterar unas elecciones mediante el fraude en el voto por correo. Puede parecer que expresarlo así es defender eso de que no se consuela el que no quiere. En absoluto. O fortalecemos el sistema, y con ello las democracias, o llegará un momento en que lo lamentaremos.

Para empezar, y me quedo tan tranquilo, voy a asegurar que ningún país del mundo da ejemplo, ahora, absolutamente en nada. Los opinadores intentamos argumentar con análisis coherentes, predicciones si lo prefieren, que el tiempo nos dirá si realmente hay olfato o erramos en nuestros planteamientos. Pues bien, las cosas van pasando y sucediendo según lo escrito años atrás, y uno de los hechos que más destacan dentro del panorama internacional es que las democracias del mundo, y no se salva ni una, acusan tal desgaste que aconseja una revitalización institucional, que se apoye en tres palabras: dar siempre ejemplo.

Si algo tienen en común hoy los países o bloques que siempre han destacado por el liderazgo político, económico y social, es que todos ellos están desnortados y en decadencia. Así hay que ver el asalto al Congreso de los Estados Unidos, aún muy presente en sociedad norteamericana, y también una Europa en la que regresa (es su tradición) la guerra provocada por Rusia, junto a otro sentir creciente dentro de las zonas rurales que se ven agredidas por las conocidas como decisiones comunitarias, que alejan cada vez más a no pocos ciudadanos de la idea tan bella que se forjó en el pasado de una Europa justa, unida e interrelacionada mediante una amplia y similar legislación (libertades y derechos). Ni Reino Unido, que abandonó abruptamente la UE, ni Alemania, Francia o España, países todos con graves problemas internos, son referencia de estabilidad alguna, que es precisamente lo que siempre ha demandado y por lo que sigue apostando la población en su conjunto.

Por eso, y aunque lo parezca por el intercambio de noticias en diferentes medios de comunicación con distintos idiomas, no resulta creíble que un país señale o critique a otro por su manera de actuar en diferentes materias. En España estamos ahora inmersos en sendas polémicas (lo habitual). Una proviene de las elecciones y el voto por correo, con denuncias, arrestos e intercambio de acusaciones. Y la otra, por revivir el debate de si somos un país racista, al ocurrir algo periódico en los campos de fútbol como son gritos desde la grada que, con graves insultos, atentan contra la raza o el color de un determinado jugador. En este caso, el protagonista es delantero del Real Madrid, Vinícius Jr.

“Las democracias acusan un desgaste que aconseja una revitalización institucional, que se apoye en tres palabras: dar siempre ejemplo”

Que no tengamos remedio es una cosa, y que nos lo echen en cara fuera, me parece que no es asumir la realidad del mundo actual. Lo que quiero decir, sin buscar excusa alguna, es que se actúa igual de mal en todas partes, y no existe, lamentablemente, una sociedad que pueda dar ejemplo a otra. El racismo se extiende, y tampoco se actúa frente a las deficiencias de los sistemas democráticos, como pueden ser modernizar y blindar las elecciones, para que no ocurran bochornosos sucesos como la compra de votos en Melilla y otras zonas de España.

Si es importante rechazar todos a una las prácticas mafiosas, más lo es actuar legislativamente contra ellas, reforzando un sistema que puede generar dudas de credibilidad y eficacia entre la ciudadanía. Hemos visto muy recientemente lo que pasa con la controversia que generan elecciones de países tan dispares como pueden ser los Estados Unidos o Brasil. Aún está en investigación la injerencia de Rusia en determinadas elecciones, algo que ha generado tensión y gran división interna en los gobiernos afectados. Que pueda haber problemas de no reconocimiento de resultados es cuestión de tiempo, y no hace falta citar expresamente una nación, porque son muchas las que están inmersos en este deleznable comportamiento.

España si tiene un problema grave con querer abarcar muchas leyes sociales y de igualdad, al tiempo que exige poco o nada por demasiados delitos que salen gratis a sus infractores. Creo que esto está minando la moral de muchos ciudadanos, y cuando se dan pasos como rebajar las penas por la malversación de caudales públicos, realmente estamos haciendo un flaco favor al ya de por si debilitado sistema. Insisto en puntualizar algo que considero de extrema importancia. El poder debe dar un ejemplo impecable en todas las decisiones que toma y pasos que da. De lo contrario, es fácil no creer en nada ni en nadie, incluso aunque se vote cuando corresponda. Tampoco ayuda que los medios de comunicación hayan entrado en la pereza de no investigar los hechos, o directamente los oculten, porque son la extensión mediática de partidos políticos o de grupos de presión concretos, como se enseñaba antaño en las facultades de periodismo. Hoy los países fuertes son los que tienen unos medios poderosos Y en esto, sí hay diferencias, y España no sale bien parada con respecto a Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Alemania. Esos medios, con sus informaciones de denuncia pública, reconducen muchas situaciones, sobre todo cuando se trata de asuntos de gran trascendencia social como la corrupción, el racismo, la injusticia, la desigualdad, la delincuencia o la adopción de leyes que no buscan el bienestar general, porque benefician tan solo a sectores muy concretos.

Actualmente estamos excesivamente abducidos por los avances tecnológicos. Incluso ya se ha puesto encima de la mesa la inteligencia artificial, que es la siguiente fase de una digitalización que se ha llevado a cabo de forma autoritaria, sin contar con las personas. Compensa mucho más ser claros, antes que vernos abocados a frustraciones crónicas. Debemos apostar por una mayor persecución y desmontaje de todo lo relacionado con la corrupción, el racismo, la manipulación, las falsedades, las prácticas mafiosas y la impunidad de los delitos, como sucede ahora con los okupas. Cuando en España ocurre algo nuevo que provoca mucho ruido, se sabe que, tras unos días, todo regresa a la normalidad. Y ya está. Así es como los viejos y nuevos problemas se enquistan y nada encuentra solución o escarmiento. Si Vinícius leyera este artículo, pienso que estaría de acuerdo en que, tras el correspondiente follón, ¡se acabó! ¿Y del fraude en el voto por correo? Pues lo mismo.  

“Debemos apostar por una mayor persecución de la corrupción, el racismo, la manipulación, las prácticas mafiosas y la impunidad de los delitos”

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