La euforia económica (cuando el mundo va bien, que hoy no es el caso) es lo que tiene: que solo se habla de lo bueno, pero no de lo malo. La pobreza en España crece de manera vertiginosa, porque ya afecta severamente a más de cuatro millones de ciudadanos. Los informes independientes que lo denuncian quieren que lo asumamos, aunque cada día se aprecia más en las calles y en situaciones de personas que no nos son ajenas. Cuando no quieres asumir el problema, la solución no se vislumbra, lo que empeora la vida de muchos, en alimentación, recursos y, ahora también, vivienda, ya que o no te la alquilan, no ganas para ello, y no digamos comprar piso.
Creo que, con toda la razón el hombre, Mahatma Gandhi consideraba que la pobreza es la peor forma de violencia, y que la lucha contra ella no se resuelve con caridad, sino con cambios estructurales en la política y el poder. El pacifista y político hindú sabía también, al igual que usted y yo, que “hay suficiente en el mundo para cubrir las necesidades de todos, pero no para satisfacer su codicia”. Lástima que sean así los dirigentes de hoy, desde Donald Trump, Vladimir Putin, Xi Jimping, Benjamín Netanyahu a Ursula von der Leyen. Están en lo de siempre, acaparar riqueza y recursos ajenos, con el ambiciado petróleo, el valioso gas, el oro que fundir en lingotes, el agua que será vital, a lo que a estas alturas de siglo se añaden las tierras raras de Ucrania, que aseguran proporcionará la materia prima tecnológica de años que están por llegar.
Todo lo anterior es ya manera vieja de gobernar el mundo, pero a la política y quienes la representan, y España es el mejor ejemplo, siempre se la recomienda pisar la calle para ver la realidad. El bien común que recomendaba Platón (el bienestar de la comunidad por encima de los intereses individuales), hoy en día tiene más que serias grietas, con hechos como el aumento del belicismo, el armamentismo disparado, la voracidad sin límite de las grandes potencias que mandan en el mundo, unido al incremento de la pobreza, el hambre, la desigualdad, las injusticias, y la manipulación de todos estos hechos que, principalmente, se lleva a cabo a través de los medios de comunicación, con la televisión y las redes sociales a la cabeza.
En España, donde se dice que la economía va como un cohete, en realidad hemos regresado a los tiempos en que nos explicaron que lo que funciona es la macroeconomía, o sea, que responde bien la economía en su conjunto, la global. En cambio, lo que empeora es la microeconomía, que esta sí que afecta directamente a los hogares y a las empresas, especialmente si son pequeñas, como las que regentan los autónomos. No hables con uno de estos últimos porque te van a decir lo que les abrasan desde el Gobierno y resto de Administraciones con impuestos de todo tipo, y también que lo que han de adquirir de materias primas para hacer caja, se les ha puesto todo por las nubes, y los precios no dejan de variar (la inflación).
“En España se dice que la economía va como un cohete, lo que funciona es la global, lo que empeora es la que afecta a hogares y a autónomos”
Una familia tiene también lo suyo, hoy especialmente para comer, con la cesta de la compra. En el momento en que escribo esto, a lo mejor los huevos o el café han vuelto a subir. Sí, el carro del supermercado se ha vuelto imposible, y muchos hogares están renunciando a alimentos y productos de su gusto, que hasta ahora disfrutaban, pero que ya no pueden comprar. Esto deja muy mal al estado del bienestar, pero sobre todo a la economía que lleva a cabo y se permite desde el Gobierno. El último informe de Cáritas que acaba de aparecer (digo yo que pocos duden de la seriedad de esta institución) arroja un titular demoledor: “España vive un proceso inédito de fragmentación social”.
Desde luego, la conclusión más desgarradora es que puedes tener un trabajo, pero ni por asomo llegar a fin de mes, e incluso pasar penalidades que te sitúan más en la pobreza que en la normalidad. He aquí dos realidades. La primera: El 67% de los hogares en situación de exclusión moderada tiene al menos uno de sus miembros con trabajo. Y la segunda: Lo mismo ocurre también en el 53% de los hogares en exclusión severa.
Concluye Caritas que la clase media española se está deteriorando, aunque mi opinión difiere mucho de dicha apreciación, ya que más bien está desapareciendo. Somos 48,81 millones de españoles los censados, y 4,3 viven en la exclusión severa, de los cuales 1,4 millones son menores de edad. Voy ya con la infancia. Y nos denominamos sin sonrojarnos uno de los países más prósperos de la Unión Europea teniendo esta lamentable situación.
Son los niños y los jóvenes los que sufren las mentiras y patrañas de esta macroeconomía, para las grandes multinacionales, pero no para el bolsillos y recursos de quienes tienen que buscarse a diario la vida. Empleos precarios, sueldos escuálidos, muchas ayudas que aparecen en los anuncios del Gobierno en TVE, Antena 3, la Cuatro, Telecinco, la Sexta y demás televisiones satélites, pero que en verdad no llegan o no dan para la buena subsistencia que se necesita en muchos hogares.
Por una parte, en España nos estamos acostumbrando a manifestar que muchas personas no quieren trabajar, recibiendo ayudas del Estado, las autonomías o los ayuntamientos. Puede que haya muchos casos, no lo discuto, pero también hay otra situación que se vive y que hay que denunciar. Caritas lo achaca a que hay demasiados empleos que son una condena a la pobreza. Por su parcialidad, temporalidad, y bajos salarios, lo que ha provocado el surgimiento de trabajadores pobres, lo nunca visto. A esto, claro, hay que añadir el precio de los alimentos y los productos de primera necesidad. En muchas casas ya no pueda entrar ni la carne, ni el pescado, ni la fruta.
¿Esto es una economía que va como un cohete? Será para unos pocos, los privilegiados. Les voy a añadir otra cosa, porque seguro que usted lo aprecia como yo. De lo que hablo y denuncio en este artículo, cada día se ve más en las calles y entre muchos de nuestros vecinos y conocidos.
“Dice Caritas que la clase media española se está deteriorando, mi opinión difiere de dicha apreciación, ya que está desapareciendo”