Parece que la contienda política es consustancial al después de acaecer una catástrofe. No es solo una forma de actuar dentro de España. En casi todas partes hay polémica respecto a lo que hay que hacer, y cada uno aporta su ideario acerca de cómo llevarlo mejor a cabo. Y precisamente este es el problema, la falta de unidad. Tras lo ocurrido en Valencia fue un clamor aquello de que solo el pueblo salva al pueblo. Lo que tocaba después es que Gobiernos y Administraciones, todos a una, se pongan manos a la obra para que la reconstrucción sea lo menos penosa y rápida posible. Las disensiones lo impiden y crean tanta frustración como hay.
Una peculiaridad de las poblaciones del mundo, mejor dicho, dos, es que rápidamente olvidamos las catástrofes acontecidas, para a continuación no escarmentar ni por asomo. Pasa igual con las guerras. 800.000 millones para rearmar Europa, ¡qué insensatos!, plan al frente del cual está la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen. Pero mejor me centro en las calamidades. En su día sonaron mucho el tsunami del sudeste asiático, con 230.000 víctimas, el huracán Katrina, que devastó Nueva Orleans, dejando a su paso 1.833 muertos, el terremoto de Haití, 200.000 muertos y 300.000 heridos, o la DANA de Valencia, con los 224 fallecidos oficiales, a los que tenemos que sumar los 7 de Castilla-La Mancha y 1 en Andalucía.
Siguiendo en España, el volcán de Cumbre Vieja en La Palma, ahora se llama Volcán Tajogaite, no paró de expulsar lava durante 85 días en una buena parte de la isla. Causó 2.300 millones de euros en pérdidas, y muchas de las promesas hechas para recuperarse siguen pendientes. La catástrofe valenciana ocurrió el 29 de octubre de 2024. Dejó una devastación de vidas, hogares, enseres, empresas, comercios, infraestructuras y vehículos. Todo ello por una cuantía de 17.000 millones, según estimaciones del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Pues bien, tras aquella hecatombe, y como no han parado de recoger determinados medios (no todos), la respuesta oficial ante los damnificados ha sido cruce de reproches y fractura política, que lastran las tareas de reconstrucción de los pueblos devastados, reacción que causa estupor, ante la falta de unidad total que debe primar en semejantes circunstancias de dolor y sufrimiento de un pueblo.
“La respuesta oficial ante los damnificados ha sido reproches y fractura política, que causa estupor ante las circunstancias de dolor de un pueblo”
Visto desde fuera, pareciera que en Valencia se está en la antesala de elecciones (cada cual a su relato), ya que, apreciado desde dentro, los valencianos se muestran totalmente hastiados por la lentitud en las ayudas, no tenerlas en mano, poder empezar de nuevo, y ver que el panorama de destrucción total que dejo la DANA recobra aspecto de normalidad, y de ahí te planteas un futuro, especialmente si vivías de un pequeño comercio o actividad.
Cinco meses después de la gran riada, hay una palabra que expresa un sentimiento extendido por la Comunidad Valenciana: frustración. Una decepción a todos los niveles, incluso dentro de los ayuntamientos como instituciones cercanas a los ciudadanos, que en muchos momentos sienten impotencia. En febrero pasado, eran 28 los municipios que permanecían en el nivel 2 de emergencia, que traducido a lenguaje entendible es que no pueden valerse por sí mismos. El lado positivo es que 75 municipios están en el nivel 1, y pueden por tanto autogestionar los trabajos de recuperación. Si pasamos de lo local a lo nacional, desde el Ministerio de Transportes se dice que se trabaja día y noche. Pero la realidad son las protestas dentro de los salones de plenos, frente a los alcaldes y concejales de los municipios afectados, o saliendo a la calle para manifestarse y pedir dimisiones al más alto nivel, por la falta de coordinación y la demora en los pagos de ayudas, tantos estatales como autonómicas o locales.
No quiero darles demasiadas cifras porque lo del dinero que haga falta es la frase hecha de cada catástrofe, y luego llega a cuentagotas, como ya sucedió en La Palma, algo que fue muy recordado cuando lo de Valencia. Ya entonces se alertaba con esta pregunta: ¿Pasará lo mismo ahora? Miren si es ingente lo que hay que hacer en la Comunidad Valenciana que nos hemos quedado solo con datos de por ejemplo los 90.000 coches destrozados. Por cierto, el Consorcio de Compensación de Seguros solo ha indemnizado a un tercio de los afectados por la pérdida de su vehículo. A la hora de señalar con el dedo a organismos por motivos de lentitud, toca a todos por igual. Sin dejar esta ayuda concreta de automóviles, hasta hoy se han beneficiado 27.570 de las 60.039 personas que la han solicitado dentro de organismos autonómicos, que ya han pagado 53 millones de euros a quienes perdieron su modo de transporte.
Decía que lo de Valencia en el olvido y más atender que hay aún muchos problemas por resolver, se demuestra a continuación. Hay que reconstruir 45 escuelas infantiles, 40 centros de día, 16 mercados y lonjas, 58 bibliotecas, 55 polideportivos y 100 edificios de carácter administrativo. Ante semejante escenario, muchos españoles nos quedamos atónitos al ver preferentemente en televisiones y redes la batalla por el control de un absurdo relato, acerca de lo que hace el Gobierno central o la Generalitat. Si por algo es valorada aquella comunidad es por su industria en general. En lo que pasa realmente, nadie mejor que este sector para poner sensatez dentro de tanto mensaje de confrontación. Para la Federación de Parques Empresariales Valencianos, se vive mucha frustración e incertidumbre futura. Señalan de manera muy clara que la recuperación va para largo. Esos empresarios y trabajadores llaman a la coordinación de las Administraciones, y que aceleren los procesos, porque solo así habrá confianza entre los miles de afectados.
Las diferentes patronales valencianas calculan daños por importe de 13.680 millones. En datos de Cámara Valencia, 4.503 millones son destrozos en la industria, 2.189 millones en el transporte, 3.813 millones en la construcción, y 1.789 millones del comercio minorista. A ellos hay que sumar los 1.020 millones de euros de pérdidas en el sector agrario. En el caso de las medidas para autónomos sin empleados, la primera línea de 40 millones no ha sido suficiente y hay que poner 50 más. Ante cifras tan mareantes, olvidar lo sucedido es tan injusto, como degradante priorizar luchas ideológicas antes que las penalidades actuales de la gente y su futuro tan en el aire. “Ante cifras mareantes, olvidar lo sucedido es tan injusto como priorizar luchas ideológicas antes que las penalidades de la gente y su futuro”
“Ante cifras mareantes, olvidar lo sucedido es tan injusto como priorizar luchas ideológicas antes que las penalidades de la gente y su futuro”
NOTA: Valencia y La Palma como catástrofes que pronto pasan al olvido, es el sexto artículo que escribo sobre la DANA de Valencia (16/3/2024). Le preceden estos otros:
– Investigar la DANA es lo correcto con la prioridad de reconstruir (1/12/24).
– 100.000 bravos voluntarios, solidarios y eficaces, de Valencia (24/11/24).
– Dana: 49.000 empresas, 400.000 empleos, requieren ayuda ¡ya! (17/11/24).
– El caos en Valencia nos lleva a dudar que estemos preparados (10/11/24).
– Navidad y Año Nuevo en Valencia, 5º artículo para no olvidar (22/12/2024).