Trump vuelve a sentarse en la mesa presidencial del Despacho Oval de la Casa Blanca. Desde allí dirigirá el destino del país todopoderoso, especialmente en lo económico y militar. Ha formado un Gobierno de ricachones, como él. Aquel sistema político no repara en la posible incompatibilidad entre negocios-fortunas, y cargo a desempeñar en su Administración. Bien, el caso es que sepan solucionar tantos problemas como hay, entre guerras y tensiones económicas y sociales. Empieza a escribirse el primer capítulo de esta nueva etapa de un presidente norteamericano que suscita, por igual, esperanzas y temores.
Donald Jhon Trump (Queens, Nueva York, 14 de junio de 1946) está de regreso en la Casa Blanca, en lo que será su segundo mandato, que inicia a la edad de 78 años. Con todo el dinero y negocios que posee, apuesto a que dedique una parte del tiempo a su hobby preferido: escribir polémicos u ofensivos tuits. Utilizará para ello la red social X, antes Twitter, propiedad de su amigo Elon Musk, dueño también de Tesla, lo que compatibilizará con dirigir el Departamento de Eficiencia de Estados Unidos. Este y otros perfiles semejantes forman parte del nuevo Gobierno de magnates norteamericanos, y al tiempo propietarios de grandes compañías y multinacionales, lo que les hace acumular ingentes fortunas. ¿Choque de intereses? Parece que en Estados Unidos no, pero Trump es un proteccionista (América para los americanos), y las repercusiones políticas y especialmente económicas para otros países y mercados se prevén de mucha trascendencia, y quien sabe si también de sufrimiento y penalidades.
Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial, seguida de cerca por China. Con Trump a la cabeza, aquel país estará dirigido por un gabinete de superricos. Empezando por el presidente, su fortuna estimada ronda los 6.000 millones de dólares, dinero que sale de negocios e inversiones relacionados con el sector inmobiliario, casinos, hoteles, campos de golf, medios y tecnología. Claro que nada que ver con el hombre más rico del planeta, figura clave del Gobierno Trump, tal es Elon Musk, con una fortuna de 400.000 millones de dólares. Todo este dinero sale de su agencia espacial SpaceX, de la conocida marca de automóviles eléctricos Tesla o la red social Twitter, ahora X, que adquirió antes de la campaña presidencial de Donald Trump, por la mareante cifra de 40.000 millones de dólares. Cuando en España tenemos presupuesto aprobado, no como ahora, asciende a cifras parecidas. La fortuna de Musk puede incluso competir con el actual presupuesto de la Unión Europea. Este hombre no pasa desapercibido un solo día. Le gusta la notoriedad, y meterse donde no le compete, como recientemente ha hecho con la próxima convocatoria electoral en Alemania. Esperemos que no le dé por fijarse en España.
En las elecciones de las que salió holgadamente vencedor el presidente republicano se apoyó, especialmente, en un mensaje a los trabajadores norteamericanos. Prometióque recuperarán peso social, condiciones laborales (impuestos) y poder adquisitivo. Otra constante en su discurso es el ojo puesto en los inmigrantes, a través del “mayor programa de deportaciones en la historia de Estados Unidos”.En esa campaña hacia el poder, poco se habló de corrupción, y es que también para aquel electorado no existe debate de que su Gobierno esté dirigido por billionaires, que son todos aquellos cuyas fortunas superan los 1.000 millones de dólares. El caso es que muchos de estos superricos, y tras los resultados electorales y saberse su entrada en la Casa Blanca, han visto ya como sus fortunas crecían más. ¿Casualidad, hay que verlo normal, es investigable? Muy pronto para cotejar el comportamiento de la docena larga de magnates que van a dirigir los destinos de Estados Unidos, y yo diría que del mundo en los próximos años. Por sus hechos y decisiones, iremos viendo lo que realmente les interesa, si su patrimonio, o el bienestar de los ciudadanos que les han votado.
“Una docena larga de magnates van a dirigir los destinos de Estados Unidos, y yo diría que del mundo en los próximos años”
Magnates como Vivek Ramaswmy. Está nominado para codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental, cuyo conductor será Elon Musk. Los negocios del primero dentro de la biotecnología le han granjeado 1.000 millones. También es uno de los líderes del mundo MAGA (Make America Great Again), que traducido significa hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande. ¿Cómo? Solo con pensarlo, da miedo. Pasamos a Doug Burgum. Dentro de la Administración Trump se ocupará del Departamento de Interior. Su fortuna supera los 1.100 millones y proviene de sectores como el tecnológico, desarrollo inmobiliario y fundar una firma de capital de riesgo.
A esta “Liga de Billionaires” pertenece también Linda McMahon, la que será secretaria de Educación. Su fortuna estimada en 2.600 millones proviene del mundo de la lucha libre profesional estadounidense. Luego está el banquero Howard Lutnick, con 2.000 millones, que se ocupara de la cartera de Comercio. Del Tesoro se encargará Scott Bessent, un inversor profesional, con 1.000 millones. Hablar de defensa en EE.UU. es tema muy serio. La ostentará Stephen Feinberg, con un patrimonio neto de alrededor de 7.700 millones de dólares, según el Índice de multimillonarios de Bloomberg. Se va a encargar de la defensa norteamericana, a pesar de ser cofundador y propietario mayoritario de la firma de capital privado Cerberus Capital Management, y poseer importantes inversiones en empresas de tecnología militar.
Podría seguir con más nombres y, sobre todo, millones, hasta llegar a aburrir. En este nuevo Gobierno del país más poderoso del mundo todo pasará por ricachones. La cuestión es que sepan, puedan y quieran afrontar los retos de extrema gravedad en que nos movemos hoy en día. Al menos los principales, hay que enumerarlos, claro. Las guerras de Ucrania e Israel y Palestina, las relaciones políticas y comerciales de EE.UU. con el resto de países. Estados Unidos-Unión Europea. En el primer mandato de Donald Trump ya se vio que, del Viejo Continente, para él solo existen Reino Unido, Francia y Alemania, países participantes en la Segunda Guerra Mundial. Con España no quiso nada, y vamos a esperar lo que nos depara como país su nuevo mandato presidencial. Iberoamérica, en especial Centroamérica, va a ser una nueva preocupación militar en esta etapa; quiere cerrar la frontera con México. Con el nuevo Gobierno norteamericano, abordar el cambio climático, es perder el tiempo. Ni creen ni quieren modificar nada, algo que se pone de manifiesto en su promesa de derogar la normativa medioambiental o agilizar los permisos de fracking. Son una pila de problemas. Hay más. De todo iremos sabiendo por los tuits de Trump.
“Hablar de defensa en EE.UU. es tema muy serio. Se va a encargar un propietario de firma de capital con inversiones en tecnología militar”