Publicado el 27 de noviembre de 2009 en el Diario Montañés
Si en el rosco del Pasapalabra televisivo, jugando por la “T”, le preguntan al concursante: “¿ciudad de Cantabria con teatro que lleva el nombre de la poeta Concha Espina, y cuyos vecinos tienen un carácter claramente luchador y solidario?, la respuesta correcta es Torrelavega. No hay mejor prueba: lo que se están movilizando en defensa de los puestos de trabajo, caso de Bridgestone, sin olvidar que hay otros muchos talleres, comercios y autónomos que las están pasando canutas. En la cuna del Besaya, cualquiera te dirá: “son mis vecinos, les conozco desde pequeños, y no lo van a pasar solos”.Torrelavega es una gran ciudad en continente y contenido, situada en el mismo centro geográfico de Cantabria, pero en cambio bastante obviada por muchos sectores de Santander, quizás un tanto anclados en la falsa idea de que después de la capital regional, no hay nada. En los últimos años, ha cambiado espectacularmente, sin olvidar ese “ser propio”, de ciudad abierta, divertida, ante todo, europea.
Muchos de los signos de modernidad de los que hoy goza Cantabria, dieron su primer paso en Torrelavega. Desgraciadamente, siendo pequeño, no recibí en la escuela una educación que facilitara conocerla más. Tiempo después, ya como periodista, pronto me di cuenta de su importancia vital dentro de esta comunidad autónoma. Y no sólo me refiero a lo industrial, que es verdad también. Pienso más en otras de sus peculiaridades, dignas de subrayar por lo mucho de compromiso del bueno que conlleva nacer y vivir como torrelaveguense. Esta ciudad ha aportado durante años una visión diferente de lo que puede llegar a ser nuestra región, abanderando siempre el tirar para adelante, sin que nos cieguen, pero frenen a fin de cuentas, otros buenos ejemplos de urbes españolas. Más que mirarse al ombligo, y pensar que no puede llegar a determinadas cosas, Torrelavega lo que quiere es tirar para adelante. Pero cuando las vacas vienen flacas, sabe demostrar también como pocas ciudades en España – y para ejemplo a seguir por todos los cántabros- eso de remar juntos en defensa de lo tuyo, en este caso de cientos de puestos de trabajo, demostrando estar con los suyos.