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Tiempos de conciencias

Lo oí el otro día por la radio: “son tiempos de conciencias”. La crisis nos ha resituado en lo que somos, dos ojos y un cacho de carne, que decía mi abuela. Aunque hay que ir un poco más allá, porque poca cosa seríamos con sólo ver lo que se nos pone por delante y pellizcarnos para notar que tenemos algo más dentro de nuestros cuerpos. Ese más tiene que ser la conciencia. Conciencia de preocuparnos por los demás. Conciencia de conservación de la tierra. Conciencia de curar el ébola donde brote. Conciencia de acabar con la corrupción que cobra muchas formas, incluida la de tarjetas de crédito.

Tratando de educar en valores es como tradicionalmente hemos adormecido nuestras conciencias, hasta no llegar a tener que utilizarlas. Cuando se dan casos como pasar de largo ante alguien que está muerto en una acera, tirar a un recién nacido a un contenedor de basura o asesinar a tus propios hijos, afloran las conciencias para decir eso de que no puede ser. Pero es. Pasamos de los viejos de la tribu, y nos preocupa más el vestir, aparentar y comer fuera de casa para que se vea que somos sociales y disponemos de cartera con más tarjetas que dinero contante y sonante. Mientras tratan de educarse en lo que es la democracia, la paz, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad, nuestros jóvenes quieren tener el móvil más grande que les lleve a esta galaxia de zoquetes que es no saber hablar, no saber comportarse y sentir lo justo, no vaya a ser que se les note debilidad dentro del grupo..

Las apariencias son una pena, pero una pena que supera a la normalidad de vivir y sentir. El despertar de las conciencias dura en muchos momentos lo que la noticias sobre el hambre, el sida, el cáncer, los terremotos, los tsunamis o la guerra de guerras entre palestinos y judíos. Esta sociedad que hemos construido entre todos te toma por tonto si dices ante un micrófono que lo que quieres hacer es el bien. Prima la mierda, los cotilleos, la envidia, la zancadilla y el hijoputismo general de que se joda el que vive mal, mientras quien piensa así no le falte de nada. En realidad, los tiempos de conciencias, son los tiempos de siempre.

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