La multinacional número uno española, la Telefónica, anuncia un recorte del 20 por ciento de su plantilla, mientras plantea repartir 450 millones de euros entre sus ejecutivos para “incentivarlos”. En la práctica, se tambalean 6.400 puestos de trabajo, ¡una burrada!, aunque se añade a continuación lo de la fórmula del ERE, las bajas incentivadas, y los acuerdos amistosos entre las partes. Atinado, el Ministerio de Trabajo – que ya es carga llevar este nombre en la actualidad- alude a que no es momento para ajustes laborales de semejante dimensión. Telefónica, la compradora de las telefónicas en medio mundo, sale ahora con esto. Menos abarcar, y más asegurar el empleo en territorio nacional, máxime cuando hace bien poco ha sido una de las grandes marcas presentes en La Moncloa, para aportar ideas de cómo España tiene que volver a la recuperación económica y a la senda del empleo, de dar empleo a la gente, especialmente a los parados. Desde luego, así, no se consigue, y menos hablando de miles de despidos. Lo mismo digo de Bimbo, que planea reducir en 600 personas de carne y hueso sus plantas donde fabrica pan de molde y repostería variada. ¡Qué pasada de malos ejemplos!
Por si fuera poco, se habla de prejubilaciones que cuestan una torta a las arcas del Estado que mantenemos entre todos. ¡Qué hace jubilado un trabajador o una trabajadora con cincuenta y pocos años! Debería estar prohibido jubilar a esta edad porque no es ejemplo de nada, ni de economía, ni de sostenimiento del sistema (la Seguridad Social sobre todo), ni nada de nada. Otra injusticia: la jubilación se sube a los 67 años pero las cosas no se hacen para todos por igual. De todas maneras insisto en que una persona con 50 años está en plena forma para trabajar, y España no se puede permitir lo contrario. Cuando un día pienso en la recuperación, ¡¡que ya llega…, que ya llega…!!, me doy de morros con noticias tan malas y tan egoístas como estas que producen bajón total al resto de la sociedad.