El otro día, un informativo de la televisión pública trasladaba a los parados el consejo psicológico de rezar. De poner una vela a tu santo referente, para así calmar la ansiedad que genera estar los lunes al sol. Otros, se da más aquí en Internet, no se frenan en dar consejos sobre la importancia de redactar un currículum perfecto o saber afrontar una entrevista de trabajo, en la seguridad de que estos conocimientos puntúan al alza. ¡¡Chorradas!! Encontrar trabajo ahora en España es cuestión de amistad, enchufe, mucha suerte, y que suene la campana, que tiene más que ver con lo anterior, la potra, que con gastarte dinero en velas que depositar encendidas. No estoy siendo irreverente. Lo que estoy siendo es claro y contundente, porque la vida para seis millones de españoles parados, dos de ellos sin ningún ingreso, no están para poner su suerte en la lotería, la primitiva, la quiniela del fútbol, un cirio o un currículo (que piense usted dónde termina y acertará). Es al menos mi creencia, sin apartarme por ello de la importancia de lo espiritual en nuestras vidas.
Creo que el Estado y las comunidades autónomas deben crear empleo. No entiendo por qué el INEM de Inglaterra, de cada 100 parados, coloca a 60, y aquí sólo a 2. Confió en los planes concretos para la creación de empleo, en las ayudas públicas, y en un acuerdo, ¡de una puñetera vez!, entre todas las partes implicadas en esta catástrofe ciudadana, me da igual que se llame gobierno, oposición, que patronal o sindicatos. Y pienso en voz alta, estoy seguro también, en nombre de muchísima gente. Los emprendedores, no van a ninguna parte; los autónomos cierran a destajo, y los eres y trabajadores despedidos se elevan a cifras de cáncer incurable. ¡Vamos a dejarnos de curriculums en papel de color bonito!; ¡de comprar velas..! Y, como se escribe en las cartas, a quien corresponda: que se ponga de una vez a dar auténticas, y reales, soluciones verificables.