Economía es economía, y beneficio y creación de empleo dentro de la misma resultan fundamentales. Sí, las nuevas tecnologías están creando originales espacios para hacer negocios, pero también sí a que hay innovaciones que acarrean preocupación e incertidumbre. Ayer era la economía circular, de fabricar menos y reutilizar todo, y hoy es el alquiler de cualquier cosa por parte de los particulares, a través sobre todo de plataformas digitales. Si los ciudadanos hacemos lo de las empresas, cuál es entonces el futuro de estas. Gran pregunta que no creo que yo le pueda aclarar dentro de este reducido espacio de opinión.
La ventaja absoluta es un concepto que ideó el economista Adam Smith (1723-1790),y que se puede leer en su obra La riqueza de las naciones. Aparece cuando algo o alguien es el mejor desarrollando una actividad o fabricando un producto, a un precio menor y más competitivo que los demás. Hasta ahora, la ventaja absoluta se ha podido aplicar a España, especialmente, en el turismo. Sirva este dato para explicar un poco más esta superioridad, que peligra si todo el mundo, empresas del sector e interesados privados, quieren dedicarse al mismo negocio. El botín no puede ser más atrayente y suculento. El año récord para el turismo español fue 2024, con la llegada de 93.8 millones de turistas internacionales, y el gasto total de todos esos visitantes alcanzó un nuevo máximo histórico, superando los 126.282 millones de euros. En qué se empleó tanto beneficio es ya otra cuestión, porque, desde luego, nada de este dinero llegó a la mejora de aeropuertos, trenes, medios de emergencias (los peores incendios de los últimos 16 años) o carreteras, sin tanto bache y desatención como hay ahora.
Por la cuenta que nos trae para el bolsillo, uno procura estar al tanto de la economía, sus cambios y tendencias, así como previsiones de crisis pronosticadas por los expertos. Ahora se dimensiona (más anuncios en televisión que otra cosa) la denominada economía circular. Impulsa un modelo basado en reducir, reciclar y reutilizar. Pero me reconozco perplejo ante este nuevo salto que ataña a particulares alquilando de todo, para contar con un sobresueldo o beneficio que nunca viene mal, sobre todo si tenemos en cuenta lo carísima que esta la vida.
Sabíamos de los pisos turísticos, con una gran mayoría de ellos en modo ilegal para no pagar impuestos. La lista de alquileres por horas o días ha llegado también a las casas privadas, o bien su terraza, o bien su jardín, o bien su piscina (todo un boom en Madrid). También un trastero o plaza de garaje, y si se pone a tiro, el coche, la moto, la bicicleta o monopatín. La competencia no puede ser más preocupante en el tiempo respecto a empresas de todo tipo que se dedican a estos menesteres, y cuentan con plantillas muy profesionales que están en riesgo, si todos nos dedicamos a hacer las mismas cosas, sin una necesaria regulación. Ancha es Castilla, y parece haber sitio para todos, en cualquier oportunidad de negocio que se presente, pero es tan solo un choque de trenes dentro de esta economía surgida, aún sin nombre.
“Uno procura estar al tanto de la economía y tendencias, pero me reconozco perplejo ante esta inclinación de particulares alquilando de todo”
Agrupando por conceptos lo que se alquila hoy, de particular a particular que se ha dicho siempre, nos encontramos con vivienda y hogar (muebles, electrodomésticos), vehículos y transporte (coches, autocaravanas, todoterrenos), bicicletas (eléctricas, de montaña, carretera, ciudad), eventos y fiestas, tecnología y electrónica (ordenadores, videojuegos, teléfonos y tabletas), equipos audiovisuales (cámaras, sonido, iluminación, pantallas led, proyectores, drones), herramientas y equipos de construcción (remolques), equipamiento deportivo y hasta ropa para cada ocasión.
Semejante escenario económico plantea lo que puede ocurrir si una sociedad al completo se dedica a hacer lo mismo. La propia economía nos alerta de que la falta de especialización y la incapacidad de cubrir diferentes áreas de necesidad, demanda de puestos de trabajo no ocupados como sucede, desembocan en una falta de innovación y una disminución de la eficiencia, la citada ventaja absoluta que se esfuma. Plataformas en Internet y redes, he aquí el trampolín para alquilar de todo. En este verano de 2025 se pone el ejemplo del alquiler de piscinas, por horas, de casas particulares. Quedan arrinconados, es decir, pierden ingresos, parques acuáticos al igual que las piscinas municipales.
Ya sabíamos de los alquileres vacacionales que ha traído el problemón de los pisos turísticos, que crecen como setas. Pero es que existen sitios para alquilar casi cualquier cosa. Las principales son alojamientos para estudiantes, tecnología, muebles, objetos personales, herramientas, vehículos o barcos. Y esto, junto con lo comentado de las piscinas, parece ser solo el principio. Nos queda el comercio tradicional, pero está claro que nadie lo está cuidando y preservando como es debido. Y en esto llega este alquilar de todo por parte de cualquiera, con tan solo entrar en un sitio web o utilizar el boca a boca.
Es imprevisible, al menos a mi entender, hacia dónde va la economía, en constante cambio, que tiene mucho que ver con la aparición de nuevas tecnologías. Muchas de estas innovaciones son buenas, otras no. Al igual que hay debate, incluso lo ve un tozudo Gobierno, sobre la edad que hay que tener para utilizar un teléfono inteligente, ahora surge otro con lo de que un particular se ponga a alquilar cualquier cosa, y esto suponga dañar a pequeñas y medianas empresas, y al empleo que sustentan.
La Comisión Europea primeramente se ha visto sorprendida por los cambios habidos en alquileres, pisos turísticos, y demás habitáculos que se anuncian. Con muchas de estas propuestas, ante la acuciante falta de pisos, te llevas las manos a la cabeza, tanto por su aspecto inhabitable (auténticos bochinches), como por los precios alucinantes que se piden. Con el alquilar de todo, la UE se ve ahora ante otro dilema a la vista, ya que no existe regulación. Así es como nos encontramos con las cosas más raras que se llegan a alquilar. Desde cabras para cortar el césped en casas con jardín, a gallinas para poner los huevos que luego comes. Vale que se esté adoptando el alquiler como una alternativa más asequible que la adquisición, cuando se trata de productos caros o que sólo se utilizarán una vez. En casos muy concretos lo puedo entender, aunque también tengo la sensación de que el asunto se nos ha ido de las manos.
“Nos encontramos con las cosas más raras que se llegan a alquilar, desde cabras para cortar césped a gallinas para poner los huevos que comes”