Articulo publicado en el Diario Montañés. 18 de octubre de 2012
Afirmar que con la crisis más demoledora que ha tenido España en su historia, la seguridad ciudadana sigue manteniéndose en parámetros normales, es hablar para suertudos que aún no han sido robados en casa o en la calle. Es más, las penurias tienen una relación colateral con el incremento de asaltos, aunque no disculpables. Las viviendas se están llevando la peor parte, e incluso se dan coincidencias de que en un chalet pegado a un cuartel de la Guardia Civil se han llevado el botín los ladrones. Pero yo no ahondo en las Fuerzas del Orden, que se ven superadas, y esto es lo que no se reconoce en las alturas, que hablan sin ponerse colorados de normalidad en todo lo que les toca coordinar en materia de seguridad. Son momentos muy difíciles. Hay manifestaciones constantes, el cronómetro del paro está imparable, y los quinquis de siempre aumentan porque no darían un palo al agua aunque hubiera trabajo.
La Policía Nacional, la Guardia Civil y las Policías Locales, hacen demasiado para los medios y pagas que tienen. Por cierto, el 12 de octubre se celebró el tradicional acto anual del Día del Pilar, en el Cuartel de la Guardia Civil de Santander. No hay palabras para agradecer a los beneméritos su trabajo, su dedicación, y sus investigaciones discretas que no se amontonan como sus problemas personales, donde sueldos y materiales darían para denunciar mucho al respecto. Resumiendo que es hora de acabar, es imposible que la seguridad ciudadana de casi finales del 2012 sea como la del 2007, cuando se decía que no había crisis, pero al menos estaba en sus inicios, no en la profunda fosa oceánica en la que estamos hoy. ¿Exageración? Ninguna. Es decir la verdad. La mismo que recomiendo por cierto a los responsables en materia de delincuencia, porque siendo directos te ahorras muchos problemas (1); la gente lo entiende (2); y te encuentras apoyado en la desgracia por aliados que comprenden esta situación de aumento de robos.