Hastiado me tienen ciertas explicaciones que se dan en jornadas y conmemoraciones, que además de hacer sonar las alarmas contra la violencia de género, actualizan la lista de mujeres asesinadas a manos de cenutrios. Ni por asomo está aún preparada España contra el sexismo, pero el machismo hay que erradicarlo, extirparlo, eliminarlo, castigarlo, aplastarlo y afrontarlo de frente, sobre todo esto: con tíos que den la cara. Se acabaron las contemplaciones. Somos un país del quedar bien. “Yo no soy machista, ¡eh!”, nos autocomplacemos frecuentemente para mostrar rasgos tolerantes y modernos. Ocurre lo mismo con la inmigración, pero esto no toca ahora, que estoy centrado en el vomitivo machismo. Para erradicar un problema tan rechazable como este, lo primero es detectar de dónde nacen sus venenosas raíces. No seré yo quien enmiende a nadie las actuaciones y campañas diseñadas durante años para combatir la violencia de género y el sexismo. Pero no ha resultado. Estoy por una educación igual en todo para ambos sexos, empezando por la casa propia. Se sigue por la escuela, los institutos, la universidad, las empresas y las conductas sociales. Con estas últimas, no vale cesión alguna. La presencia sexista de la mujer está presente en la publicidad, el deporte, la televisión y no digamos Internet, donde al que antes criticaba por ir falsamente de abierto, se muestra macho cuando asegura bravucón que la crisis se arregla mandando a la mujer a casa y, si insiste en trabajar, hay que bajarle el sueldo frente al hombre.
La opinión contraria a la igualdad crece. Y aumentan las muertes a manos de asesinos machistas. Preocupan las relaciones entre jóvenes donde se aprecia aumento de la violencia hacia ella, aunque se toma su tiempo en reaccionar y mandarle a hacer gárgaras. El machismo no merece otra cosa que destaparlo, porque florece a nada que alguien lo riega
con sus descerebradas opiniones. La tolerancia debería ser cero en anuncios realizados por zotes, campañas publicitaria que son tan simples con el lado femenino que parecen haber sido pensadas con el culo en vez de con la cabeza. Toda esta visualización del papel de la mujer no contribuye en nada a que los chavales no se desvíen del camino de convivencia en un entorno de libertad, igualdad y respeto a los sexos. Además están Internet, las Redes Sociales y los móviles para intercambiar imágenes, mensajes y expresiones ofensivas. Lo del machismo de muchos vocablos del Diccionario de la Real Academia ya no es discutible por real. Pero sumar muertas a manos de besugos y seguir con el run run de siempre, es la peor opción. De palabra, por escrito, en audio, tele o youtube, quien se presente como machista debe ser reconocido y repudiado socialmente. Quedan invitados a dar el paso todos los señores impregnados de igualdad.