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Quieren evitar el éxodo rural y deciden cobrar por tener gallinas

Puede resultar un tanto exagerado como me lo cuenta una mujer del campo, que sus gallinas para el autoconsumo han de tener DNI a partir de ahora. En realidad, la propietaria de una buena ponedora que atiende al nombre de “La Pantoja” se refiere a que hay que tenerlas registradas, y hacer uso del veterinario en su control periódico. Todo esto es añadir problemas a los que ya tiene el mundo rural, con unos habitantes que deciden marchar en busca de mejores oportunidades. Hay una cuestión a decidir, la de mejorar la fiscalidad en los pueblos, para darles el oxígeno que demandan. Me da que lo del registro oficial gallináceo no va por ahí.

Entre las curiosidades de las gallinas, quiero citarles algunas conocidas, junto a una nueva que acaba de conocerse. Vayamos con las sabidas. Son muy dormilonas, saben ser sociables (algo que no abunda ahora), ponen huevos de colores variados y picotean con gran fuerza. La novedad es que quienes tienen gallinas para el autoconsumo de sus huevos, ahora han de registrarlas, para no terminar pagando multas que pueden llegar a los 3.000 euros. ¡Como se lo cuento!  Así se trasmite ilusión y esperanza a los ciudadanos que viven en el campo. Queven como desaparecen en su entorno servicios de todo tipo, desde banca, Correos al consultorio médico, y, a cambio, no dejamos de complicarles la existencia, hasta con los huevos de sus gallinas que utilizan en su alimentación familiar habitual. Al precio que está la docena, como los tengan que comprar en el hipermercado, van a ver igualmente que sus recursos económicos merman, como los servicios públicos que no se les presta.

Nunca pensé que llegaría a dar en uno de mis artículos los siguientes datos, que vienen a demostrar que España es un país de gallinas, y ahora que hay que registrarlas, oficialmente, más aún. Según estimación de la Unión Europea, dentro de su territorio hay más de 350 millones de gallinas ponedoras, que producen 6,7 toneladas de huevos al año. Uno no sabe lo que sabe hasta que no puede enseñar a otro, que decía Aristóteles. Miren, con esto de tener gallinas para el autoconsumo, que hay que registrar y pagar por más cuestiones que ser fichadas, me entero que uno de los países europeos con más censo de gallinas es Polonia. Quedan bien clasificadas también Alemania, Francia y España. Nuestro país aporta el 12 por ciento del censo comunitario de gallinas. En el mosqueo general que Donald Trump tiene con China, es posible que cuente el dato de que el país asiático es también el primero del mundo a la hora de tener gallinas. Ostenta este récord desde 1985, y solo en 2020 contaban con 3.300 millones.

Eso sí, me creo que los chinos no tengan como nosotros un Real Decreto titulado “Normas básicas de ordenación de las granjas avícolas”, ni tampoco un artículo redactado dentro del mismo que establece que “Los titulares de las explotaciones de autoconsumo estarán obligados a efectuar una comunicación previa para que se incluyan en el registro general de explotaciones ganaderas«. Si terminara aquí la cosa, con sanciones que van desde los 600 a los 3.000 euros, sería cuestión de irlo asimilando, pero me temo que no vas dejar de pagar por tus gallinas, algunas ya como de la familia, con su nombre y todo, como la mencionada Pantoja. A partir de ahora, sus propietarios tienen que “identificar a un veterinario de referencia, al que poder recurrir en caso de aparición de problemas sanitarios concretos”. Y, claro, a sacar la cartera.

“Si terminara la cosa con sanciones, sería irlo asimilando, pero temo que no vas dejar de pagar por tus gallinas, algunas ya como de la familia”

En España no se sabe en verdad como atajar el despoblamiento rural, problema que básicamente consiste en que los habitantes de los pueblos se marchan allá donde tienen oportunidades de trabajo y disfrutar de servicios públicos que, en sus lugares de origen, por desgracia, no tienen. Si a esta situación, le vas sumando más inconvenientes, el éxodo hacia las ciudades no dejará de crecer. El lenguaje administrativo que se utiliza, especialmente por parte del Gobierno, para recuperar nuestras zonas rurales se ha quedado caduco. Que si fomentar el emprendimiento, que modernizar infraestructuras, que si mejorar los medios de subsistencia (ya se ve con las gallinas), que si proteger el medio ambiente o que si desarrollar planes específicos de apoyo al empleo… Todo son frases bonitas, no creíbles siquiera en los grandes municipios. Para ayudar al campo hay que sentir el campo. Es el que nos da de comer, y ahora esto de las gallinas, que les ha sumido en gran inquietud y malestar.

En definitiva, hay una gran deuda pendiente con la mejora del entorno rural, ya que solo así es posible conseguir los atractivos que mueven a una persona a vivir y trabajar por su cuenta en un lugar que denota calidad de vida junto a una actividad económica sostenible. Gobiernos y Administraciones tiene que saber tomar de una vez por todas este camino, aunque he de decir que hubiera sido mejor dejar en paz a sus gallinas, a “La Pantoja”, porque decretos como este resultan desmoralizantes del todo y suman más problemas a los ya existentes. En el campo empiezan también a pensar qué es realmente la libertad. Así, no es de extrañar que regresen las tractoradas en las principales capitales de España.

“Queda por hacer a la hora de promover conciliación laboral y familiar, de ahí lo de sumar servicios en las zonas rurales, prohibiendo la eliminación de estos”

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