Hemos llegado un millón de veces a la curación del cáncer… El siglo XXI iba a ser el siglo más extraordinario nunca antes vivido… Tras la caída del Muro de Berlín, llegaba un nuevo mundo, semejante al hecho de descubrir América… Y tras el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York quedaba declarada la III Guerra Mundial… De lo peor que padecemos – porque con el hambre, las guerras y la falta de trabajo no se juega-, de lo peor que padecemos, decía, son las exageraciones y proclamaciones imbéciles, ¡con perdón!, que son creadas falsamente en los oscuros laboratorios de manipulación de la opinión pública.
Demasiadas son las ocasiones en que los medios de comunicación se dejan llevar por los titulares facilones, promesas de todo tipo que no son seguidas minuciosamente en el tiempo para ver si son realmente ciertas. Así se llega a lo de Wolkswagen y, lo peor: así se llega a una crisis profunda del sistema económico y financiero, sin previo aviso ni concienciación, pero que ha dejado en la estacada a medio mundo. Por cierto, parece que ya se ha abandonado del todo el hecho de que España tiene más de cuatro millones de parados.
Y es que no deberíamos de ser tan olvidadizos respecto a las imbecilidades que se dicen y plantean como verdades inamovibles, cuando son todo lo contrario, mentiras de gran calado. No hablo de nada en concreto y sí un poco de todo. Hablar resulta casi siempre muy fácil. ¡La crisis ya ha pasado!, se afirma con rotundidad. ¿Para quién? Alguien que lleva parado tres años no puede adelantar un poco los labios para esbozar finalmente una sonrisa de satisfacción, incluso de felicidad. Resulta agotador para la mente y el cuerpo esta cascada de alteración de la verdad. Un clásico dijo aquello de que no te fíes de las palabras, porque en esta vida encontrarás a muchas personas que viven mal y hablan bien. Ocurre. Creo además que esto es lo que persiguen las mentiras repetidas una y otra vez, hasta que calan en la sociedad.
Los jóvenes son los que mejor ven lo que hay detrás del bosque de las realidades, especialmente porque no cesan de hacer la maleta para buscarse la vida allá donde creen que van a encontrar trabajo. Tomarse en serio mucho de lo que escuchamos y que habla de la actualidad noticiable, desde luego, es un ejercicio de paciencia muy complicada de controlar. También es una imbecilidad. Si no hay culpa ni culpables, ¡pues vale!, pero que se sepa que los problemas, haberlos, haylos, y permanecen.