Olfateo que los más jóvenes y los que no necesitan de cumplir penitencias a cambio de que se cumpla un deseo, no saben que una penitencia es una promesa
interior que te haces – y que has de cumplir – a cambio de la petición hecha realidad. Padres e hijos coinciden ahora en lograr un trabajo, y cada vez que tengo ocasión realzo que lo que ha evitado una catástrofe mayor en las calles ha sido la pensión de los viejos y el apoyo dentro de la familia. Nunca les pagaremos semejante esfuerzo, a alguien que se veía jubilado, tranquilo y, sin tiempo de asumirlo, recoge y mantiene en su casa a hija, yerno y dos nietos. El desempleo es una de las situaciones (malas) de la vida en que prometes el cambio de una actitud concreta, si de verdad la gracia que es un contrato de trabajo recae sobre tu persona. Los que cuentan sus penitencias no se distinguen de todos estos que salen por televisión, sin pudor de contar lo más íntimo. Nunca fiaría mi amistad a alguien así, por más popularidad que haya alcanzado, vendiendo a su propia madre si lo exige el guión.
Son millones los penitentes actuales que sufren lo indescriptible hasta ver y notar cambios positivos. Ojalá fuera tan sencillo como pedir por dentro y se cumpla por fuera, pero no es tal. La penitencia siempre ha estado emparejada con el sufrimiento. Ni nacemos ni nos preparan para soportar con normalidad el paro del que hablo, pero también una enfermedad jodida, el futuro de un hijo, aprobar ese examen que nos puede colocar en la salida para triunfar, o mejorar
porque quieres ir a más y tener también más. Pienso que lo más injusto de la vida es que elija a unos para hacerlo realmente bien y en cambio deje a otros en la cuneta. Penitencia y religión forman también pareja. La fe es muy dura en los tiempos que corren, porque no da de comer ni paga las facturas de la luz y el agua. Con todo, siempre hay algo o alguien en nuestra cabeza al que nos dirigimos como referencia en busca de soluciones. Sospecho que los nuevos factótum actuales, a los que se agradece mediante la exclamación “bendito sea Dios”, son aquellos que crean y dan trabajo a los demás.