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ODIADORES PROFESIONALES

Publicado el 10 de julio de 2011 en el Diario Montañés

Escuchando por la radio los últimos datos sobre las detenciones en la Sociedad General de Autores, la famosa SGAE, me llama la atención una expresión que nunca antes había oído, la de odiadores profesionales. Decía el presentador del programa que en este país hay muchas personas dedicadas a odiar a otras, sin conocerlas y, en algunos casos, sin haberlas visto nunca o cruzado una sola palabra con ellas. En la lista negra de odiados hay muchos nombres de toda clase y condición, y me temo que las manías persecutorias tienen mucho que ver con la envidia a la española. Artistas, escritores, periodistas, famosos de la tele y, por supuesto, ricos y premiados por su trabajo, están en el punto de mira de la crítica destructiva que en la mayoría de los casos no se basa en hechos objetivos. Cuando alguien hace dinero, es que lo ha robado. Cuando alguien sufre un traspiés, enseguida sale otro con la frase tan al uso de “ya lo decía yo que iba a acabar así”. Al revés, pero también sucede con el maltratador, a quienes muchos en su calle alcahuetan porque “nunca dio mal ejemplo y era una persona muy trabajadora y buen vecino”. A lo que se ve, tener buen ojo no es cosa de todos, y caer bien o mal al prójimo tiene mucho de suerte y de casualidad.

La envidia está dentro de nosotros desde que llegamos al mundo. Hablar de envidia sana siempre me ha parecido una idiotez. La envidia es la envidia y punto. Pero odiar por odiar, eso ya es otro cantar. Nuestro sistema educativo es deficiente por muchas cosas, pero cuando no sabemos controlar el odio porque sí desde el mismo colegio, ¡malo! Por la misma regla de tres, cuando a alguien en nuestro país le dan un cargo, todo son enhorabuenas y palmaditas en la espalda. Pura hipocresía, porque cuando te quedas sin él, el teléfono no suena, los emails no llegan y los tarjetones de despedida y buenos deseos escasean tanto como escribir una carta hoy en día. La cortesía muere más cuando queda superada por la envidia y el odio.

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