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Nos habituamos a las muertes violentas

Sólo hay que ver la forma tan friki que tienen las televisiones de contar los asesinatos violentos, para ver que en este país nos empezamos a habituar a estos sucesos como algo más de lo que ocurre de normal. La tragedia de las chicas de Cuenca lo pone de manifiesto. Esto, y que los medios de comunicación deben tomar buena nota de que los ciudadanos empiezan a elegir ya las Redes Sociales, en este caso Facebook, para manifestar su parecer sin que llegue a manipularse.

Me ha conmovido el comunicado de la familia del presunto asesino. Todo lo que uno pueda pensar desde la distancia sobre dos vidas de 24 y 26 años, tan sólo añade indignación, rechazo y repudio porque alguien pueda cometer semejante canallada contra la vida ajena. Se matan hijos por despecho, se degollan bebés, se tiran recién nacidos a la basura, asesinatos continuados de mujeres, hasta llegar a matar a tu padre y a tu madre o juntos ambos. Siempre hay que pregonar convivencia y entendimiento, porque no sabes donde la tienes, si empezamos a apreciar que la habitual muerte natural está empezando a quedar relegada, sin más, porque un loco asesino te quite la vida porque sí, como le ha sucedido a estas dos pobres almas en Cuenca.

Ambas se mostraban felices y contentas, y habían encontrado su rumbo en la vida, hasta que la violencia más brutal llevada a cabo con la fuerza de dos manos se topo en su camino. Cuando oigo a chiquilicuatres televisivos hablar sobre quien no conocen (el asesino) y de lo que especulan para ganar audiencia (familiares y amigos de las víctimas), se me revuelve el estómago y voy derecho al baño. Aquí algo está fallando de manera sangrante para que descerebrados de diferente pelaje busquen su minuto de oro en la televisión, o pasen a régimen carcelario y encima les paguen por contar detalles de sus masacres, ¡a la americana!

La libertad es lo más grande que nos ha sido dado, pero hay personas de todo tipo. Las hay buenas, malas, corruptas, enfermas o que distorsionan y retuercen la realidad para crear su propio mundo interior. Por encima de estas empiezan a abundar también las que no tienen conciencias, escrúpulos ni sentimientos. Tan solo hay que pararse en su forma de contar las cosas y propagarlas, y no me refiero sólo a los medios de comunicación. Debemos estar preparados ante el futuro, porque la próxima vez que suceda una muerte brutal tendremos que tener muy clara nuestra postura y no decir la primera idiotez (¿influenciados?) que nos venga a la cabeza. Finalizo: en la justicia, una sentencia dura y el cumplimiento estricto de su pena, que no quepa a nadie duda que está el camino de reorientar a mejor este huracán de muertes violentas que vivimos.

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