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MITAD CRÍTICO, MITAD PESIMISTA

A mí no paran de decirme (los que menos) que sea positivo ante las adversidades, que son muchas, de la crisis. No es igual contestar yo que alguien que espera todo angustiado al secretario judicial que le va a quitar el piso que con tanto sudor pagó religiosamente durante muchos años, hasta que una puñetera burbuja inmobiliaria explotó y se llevó con ella a medio país por delante. Aclarado que la profesión va por barrios, nadie sabe a ciencia cierta cómo viene este año, pero no queda más remedio que tirar para adelante que dirían nuestras abuelas. Tendríamos que decir adiós a la crisis este año, pero es más de una la que tenemos. Está la económica, lo empresarial, la política, la Casa Real, y la ética o moral. Mucho para cualquiera. Tanto, que se está demostrando que en España necesitamos años para tanta regeneración, de formas y personalidades.

No hay nada peor que un golfo que se crece y que cree que lo que ha hecho es normal. También pasa aquí y en demasiados terrenos. Es normal andar por la vida con sobres dinero negro. Es habitual pagar la nómina de trabajadores, la mitad en dinero B. O es normal adelantar que te vas, si al final juzgan por condena a tu partido por financiación ilegal, y, con sentencia firma en tu contra, donde dije digo, digo Diego. No somos un país serio, y en esto parece que la mayoría de los ciudadanos, los lógicos, estamos de acuerdo. Queremos vender marca España fuera, cuando dentro nos desangramos por los cuatro costados. Con todo, la esperanza es lo último que se pierde. Vamos a dejarlo en que he dado una serie de opiniones, mitad críticas, mitad positivas, y dejar en el aire si, al final, el 2013 será bueno o malo.

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