No entiendo muy bien qué es lo que pasa en determinados sectores de Alemania con España y los españoles. Ayer, era nuestra economía y bancos, hoy, lo bien que visten nuestras ministras, pero que para el medio de comunicación más importante allí parece un pecado, y se expone como si sólo se preocuparan de ir conjuntadas. La falta de respeto y el trato machista podría pasar desapercibido si no lloviera sobre mojado. El periódico alemán se para en políticas y políticos, aunque nuestras ministras salen peor paradas, incluso con motes irrespetuosos que, cuanto menos, merecerían una disculpa personal inmediata.
Con razón, el reportaje es tachado de rancio y antiguo. Parece como que no puedas ir a trabajar adecuadamente vestido, porque, si sobresales lo más mínimo, por ir bien aseado, presentada o vestida, alguien pueda decir que es que ganas mucho dinero y tienes para comprarte muchos zapatos, bolsos y vestidos o trajes. Incluso en ese artículo escrito en alemán, tienen que decir de las gafas que tiene un reputado político catalán, porque cambia de vez en cuando el modelo. Hacia mucho tiempo que no se oía nada semejante y, por supuesto, machista hasta no parar. Da igual quien lo haya comentado, porque en este caso creo que hay unanimidad de rechazo, pero qué cierta es la respuesta de una política española al respecto: a una mujer con un cargo público, hay que medirla por su trabajo, por sus hechos, por sus aciertos o por sus errores, pero no por la forma que tiene de vestir. En esto, mujeres y hombres somos libres. Es como si mañana nos ponemos a criticar la forma de vestir de este periodista que lo ha escrito, cuando acude a la Moncloa para cubrir las ruedas de prensa. No le gustaría, creo yo. Pues tiene que aplicarse el cuento, y cambiar el chip. La mejor manera de hacerlo es rectificar, porque no sólo ha faltado al respeto a las Ministras de España, si no a unas mujeres trabajadoras que no tienen culpa alguna en tener gusto y vestirlo bien.