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Merecer a los animales

Lo realmente alarmante de las noticias en cascada que aparecen últimamente sobre tal o cual especie que se extingue, es la pasividad pasmosa con que pasamos olímpicamente de leerlas. Sé que últimamente no he contado casi nada bueno de la Unión Europea, pero si algo tiene de ejemplo el viejo continente es que todo lo que hace por el medio ambiente es muy serio y espejo en el que mirarse otros países que se pasan por el arco de triunfo todo lo relacionado con la preservación de la naturaleza. Los que más aman el color verde, que es el color de las hojas de un árbol o de una pradera, son los niños. Deberíamos tomar ejemplo de su sensibilidad y ternura cuando miran a los animales y hablan de ellos con tanta emoción y asombro. Cierto: si no hay emoción por todo lo bonito que nos rodea, bien poco se puede hacer por explicarle a un energúmeno que respete los ríos, los bosques y a las especies. ¿Qué se hace ahora en el Amazonas? No lo sabemos. Asistimos a nuestra propia destrucción impasibles. No lo digo yo. Lo cuentan así de crudo todos los informes que se van conociendo sobre desapariciones y más desapariciones de especies que pronto sólo existirán en los libros de fotografía. Los mares están contaminados, los pulmones verdes acechados constantemente por las voraces excavadoras, y los gobiernos en sus cumbres hablan de medio ambiente como una cuestión menor frente a todas las demás que tienen entre manos.

Yo mismo doy un paso con este artículo para proclamar que últimamente no he pasado de los titulares reiterados que hablan del golpe mortal que es el humano para la tierra. Desde luego, podemos hacer mucho más de lo que hacemos en la actualidad por cuidar los entornos donde habitamos. Cuidar a los animales, por ejemplo… Quien decida tener un animal en su casa debe cobijarle como uno más de la misma. Cada verano sucede lo mismo con el abandono de animales que se dejan en la calle como quien deposita una bolsa de basura en un contenedor. A alguien que se le vende una mascota (no me gusta nada esta definición tan común), habría que comprometerle antes con estas cinco cuestiones básicas. Una: ¿le vas a cuidar bien? Dos: ¿te preocuparás por sus cuidados y salud?. Tres: ¿Le darás mimos y caricias para hacerle sentirse uno más? Cuatro: ¿Le pedirás perdón cuando te hallas excedido en la regañina? Y cinco: ¿compartirás con él tus alegrías y estarás a la altura en las tristezas? Siempre se ha dicho que lo que haces bien en casa, lo haces también y, por lo tanto, el cuidado de todo lo que vale la pena conservar.

 

 

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