¡A quien corresponda de la más alta superioridad!: alguien debería hacer una llamada general a la serenidad, contra la crispación permanente en que vivimos, porque más que una bandera o un himno, las palabras provocan en muchas ocasiones el desapego emocional que, especialmente los jóvenes, tienen cada vez más hacia su país.
Es así. Las sandeces de tertulia barata y el fuego cruzado de declaraciones diarias, no generan ni trabajo, ni expectativas de tenerlo, ni nada de nada referido al futuro más inmediato de tantos cientos de miles de personas como están esperando su oportunidad. Irse a vivir fuera es cada vez más “opción a”, al tener en frente un esperpento de sociedad porque no da oportunidades a los suyos, habla un idioma diferente para explicar lo obvio, y se pierde en banalidades de todo tipo y condición, polémicas estériles y un llevarse mal por encima del interés y el progreso general. Irse a vivir fuera es también “opción b”, cuando durante una semana seguida ves la actualidad que relatan las televisiones, las radios y los periódicos digitales. ¿Es que no hay cuestiones más sensatas, menos imbéciles? ¿Recuerden?: ¡España es diferente!
No, España no es diferente. Lo que sucede es que hay personas con mucho poder e influencia que la tratan y la presentan como diferente. Es un autentico esperpento lo que se pasan a diario por los telediarios, incluida la noticia de que La Pantoja vive como patapollo en la cárcel, con aren propio de sirvientes y palmeros que esperan a su salida de la cárcel recibir un premio a su desfachatez entre rejas. En este país sobran ”pantojos”, fantasmas y voceros a favor de tontos y sus tonterías. Por desgracia, el ejemplo para nuestros jóvenes se hace caro de ver, no está aquí, entre nosotros, y el cosquilleo de viajar fuera se hace cada vez más fuerte entre las personas. Es del todo comprensible.
De qué nos vale un marco incomparable de país, si en la forma de actuar arrastramos maneras de los siglos XVIII, XIX y XX. Aquí no se olvida nunca: ni guerras, ni afrentas, ni pensamientos e ideologías. Tampoco se perdona, especialmente el éxito y el triunfo. El halago sólo es temporal, mientras duran las medallas. Después, te arrastran al precipicio del olvido. En el adn parece que va incluida la negación para los idiomas, la falta de un sentimiento sobre que el deporte es una forma permanente de salud, y la rabia que da todo lo que tiene el vecino. Las vacías y estériles discusiones cotidianas por los asuntos más chorras, hacen el resto en favor de hacer la maleta e irse con viento fresco a conocer mundo, y comprobar, ya en otras tierras, que todo puede ser mucho más sencillo y natural.