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Mejor invertir en la red eléctrica y emergencias que en armas

No agrada empezar una opinión, acerca del apagón total, mentando la poca seriedad que hay en tu país, y la nula exigencia ciudadana para que esto cambie. Pero lo cierto es que cada vez que España sufre una tragedia, el sistema falla estrepitosamente. Ayer fue Valencia, hoy todo el país, con los hogares, empresas y organismos que te han de asistir, sin electricidad. Algo así no habla bien de país preparado. Ni mucho menos que nos falten emergencias en general, y queramos gastar el podo dinero que tenemos en armas, antes que seguridad real, que consiste en sacarte cuanto antes del ascensor en el que te has quedado atrapado por el corte general de luz.  

A consecuencia de la DANA en Valencia, el 10 de noviembre de 2024 publiqué aquí un artículo en el que escribí lo siguiente: “Nuestro país, como nación moderna y preparada que se vende así ante el resto del mundo, solo puede agachar la cabeza y sentir vergüenza perpetua ante la deleznable actitud pasiva mantenida durante días con los afectados por la DANA, los muertos, los familiares de estos, y los que estaban aún por salvar o, lo peor, hallar sus cuerpos sin vida”. El 28 de abril de 2025, con motivo del apagón eléctrico total en España, ha vuelto a cobrar actualidad cuestionarnos la capacidad del Estado y el Gobierno en que se apoya, para gestionar y solucionar los graves problemas que acechan al mundo en la actualidad.

Mejor que con palabras, vídeos o memes, la vida pública española se narra hoy mediante viñetas de humor, que vienen a reflejar todo un sainete de malas decisiones, disparates, ineficacia crónica y, lo peor, no saber ni querer contar la verdad de tanta irracionalidad como acontece a diario, y hacia la que no acepto complicidad informativa alguna, por eso de que la verdad solo es una y se llega a ella mediante hechos incuestionables. Tras el apagón general, nada que decir, nada que explicar, y si es que se ha investigado seriamente, cosa que dudo, no hay a día de hoy explicación oficial creíble. Pareciera que se ha normalizado que, tras una catástrofe natural, una tragedia de la magnitud de la valenciana, ahora todos los españoles sin electricidad casi un día entero, el comunicado gubernamental de prensa acaba y empieza de la misma forma: nada que comentar. Al tiempo, cualquier reflexión hecha desde un medio de comunicación, serio, debería recoger una reacción semejante definida mediante una sola palabra: intolerable.   

Como sucedió con el Covid, de repente el miedo ha regresado a la sociedad española. Nunca encontraré explicación lógica a dejar vacías las estanterías de los supermercados donde se apila el papel higiénico. Un Gobierno está para proteger no para falsear ni atemorizar. Verán lo que se tarda en asemejar el apagón a la necesidad de gastar más dinero en seguridad, entiéndase armamento, cuando en realidad se debiera invertir ese capital que sale de nuestros impuestos en tener una mejor red eléctrica y modernos sistemas, personal suficiente y altamente preparado, junto a los necesarios  equipamientos de emergencias. Sin caer en la exageración, ya se puede afirmar que esta primera parte del nuevo siglo no mira bien a España: durísima pandemia con muchas preguntas aún por esclarecer, Volcán de La Palma con soluciones pendientes, DANA que conlleva una reconstrucción de años y, ahora, un apagón eléctrico total del país, que al final va a resultar que se ha producido solo, nada de ciberataques, sobrecarga del sistema o vaya usted a saber. 

“Verán lo que se tarda en asemejar el apagón a gastar en armamento, cuando se debiera invertir en sistemas y personal de emergencias”

Diga lo que diga el maldito y retorcido relato político y la publicidad institucional, no salimos bien parados frente al resto de Europa y del mundo, acerca de lo mal que se están gestionando aquí las cosas. Se junta el hambre con las ganas de comer, ya que la mala praxis afecta ya al conjunto de la sociedad, que mira para otro lado frente a todo lo que está ocurriendo, no reacciona, ni exige responsabilidades, como tampoco hacen otros organismos institucionales que no parecen tener nada que decir, caso del Defensor del Pueblo. Los ciudadanos nos limitamos a comprar agua, linternas, pilas, aparatos de radio y hasta generadores eléctricos de cara a estar preparados para la siguiente. Incluso parece darse por hecho que la habrá. ¿A qué tanto catastrofismo? Pues a la desconfianza general hacia quienes realmente nos tienen que proteger y ofrecer seguridades.

Dónde queda el mundo intelectual y cultural es otra gran pregunta del momento, a la hora de exigir responsabilidades para salvaguardar unos valores de convivencia, que resultan fundamentales para no llegar un día en que terminemos comiéndonos los unos a los otros. En la reacción cívica del apagón ha habido de todo. La radio a pilas ha revivido como medio informativo que ha servido para llevar la calma a hogares, empresas, organismos, colegios, universidades y a los mismísimos servicios de emergencias. Siempre y en todas las épocas va a haber sinvergüenzas que aprovechan la tragedia para hacer su agosto. Así ha ocurrido con determinados medios de transporte, duplicando sus precios sin sonrojarse. Pero aquí los ciudadanos también demandamos la acción del Gobierno y de las Administraciones para poner las cosas en su sitio. Aprovecho esto que pido para volver a incidir en que si hay estamentos donde impera el todo vale, es el peor ejemplo que puede recibir la sociedad en su conjunto para permitirse hacer algo bastardo, pensando que no va a tener ninguna consecuencia política, jurídica o de denuncia en los propios medios de comunicación, que atrás servían para denunciar, exigir y conseguir garantías generales para todos, pero hoy han perdido de cuajo esta valiosa virtud.

Con todo, el apagón nos deja cinco titulares preferentes, sobre la situación real de España, a mediados ya de 2025. El primero es que no estamos suficientemente preparados para reaccionar ante las calamidades, y es necesario que nos ayuden desde el resto de Europa cuando sucede lo que nadie quiere. El segundo es que la confrontación política está extendida a todos los terrenos, pero cuando peor se ve y se siente este panorama es cuando los ciudadanos nos vemos indefensos por una DANA o un apagón total, y la respuesta de ayuda se muestra insuficiente y desorganizada. La tercera es que no se puede pensar en la siguiente que venga, porque hay que reaccionar ahora, empezando por los ciudadanos, exigiendo a los organismos que nos representan que lo hagan como es debido. La cuarta es que España debe pensar primeramente en sus infraestructuras, lo que en sí es apostar por la seguridad ciudadana, antes que meterse en rearmes o la exploración de otros planetas. Y la quinta es que los medios de comunicación, como ha hecho la radio generalista en el apagón, deben volver a su ser: informar, decir lo que pasa, la verdad, y señalar a los culpables exigiendo sus responsabilidades que no pueden ser otras que la dimisión y la apertura de causas penales.

“No se puede pensar en la siguiente, hay que reaccionar ahora, exigiendo a los organismos que nos representan que lo hagan como es debido”

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