Está bien que las administraciones públicas se acuerden de las personas verdaderamente solidarias, calladas en su labor, que sin tener incluso en cuenta su larga edad y merecido descanso siguen dedicando tiempo a ayudar a otros, preferentemente a enfermos y necesitados. La vida de la santanderina Constantina Prieto, la Señora Consta en adelante, ha sido así: poco pensar en sí misma y todo para los demás. Con 105 años que se dice pronto, esta vecina del barrio de Porrúa que lógicamente la adora, acaba de recibir de manos del Ayuntamiento de Santander un premio de nombre tan bonito como solidario. Lo recogió con total naturalidad y sencillez, en presencia de muchos de sus vecinos, de la gente que la quiere y reconoce, que la agradece sus cuidados, o por labor altruista en tantos y tan diversos centros hospitalarios o sociales.
No es que las personas como la Señora Consta escaseen, es que son únicas dentro de nuestra sociedad. Entre tanta mala noticia, las de este tipo entran por el ojo humano de lleno. La admiración ciudadana siempre ha sido acertadamente selectiva a la hora de valorar a las grandes personas. ¿Los méritos de esta vital y anciana mujer?, pues dedicar toda su vida a la ayuda, a entregar su tiempo a los demás, a la mejor recuperación de los enfermos o consuelo a quienes les quedaba poca vida, sin pedir nada, sin quejarse un solo día, sin esperar algo a cambio, incluso este merecido Premio Solidario Ciudad de Santander.
De todos los premios posibles, para mí el más bonito es uno que lleve en su denominación la palabra solidaridad. La Señora Consta es un lujo de persona para esta sociedad nuestra, tan vacía a veces, tan asquerosa en momentos, tan envidiosa casi siempre, y, sobre todo, avara. Larga vida tan llena de recuerdos buenos, bien merece esta pausa para recibir el aplauso unánime de tantas y tan variadas personas que se vieron enriquecidas en su trato con ella, tan magnífica mujer, tan grande ciudadana.