Hay un nuevo concepto de pobreza que tiene que ver con que, ganando un sueldo, puedes encender la luz y usar la lavadora lo justo, y olvidarte de la calefacción por miedo a la factura y el sablazo que te puedan dar. Lo del ahorro energético tiene mucho de milonga, porque ahora sabemos que una gran parte de lo que pagamos son impuestos, tramos y déficit eléctrico acumulado. A los niños hay que enseñarles desde pequeños a tocar lo justo el interruptor. Tampoco es cuestión de escoñarte con una puerta cada vez que te levantas a oscuras para dar ejemplo de ahorro. En un país tan extremista se ha llegado a apagar semáforos a una hora, que luego se han vuelto a conectar tras un atropello previsible. Por la luz y lo que no es la luz, España está cara. A ver cómo cobras un sueldo de 500, y le tienes que entregar a la eléctrica de turno 150. Después, comes h… Los sueldos se van mayormente en facturas, y si sube algo fundamental como la luz, arrastra a todo lo demás. Siempre ha sido así. No te preguntan, pero con el cambio de año te suben los alimentos, la gasolina y hasta la lotería si te descuidas.
Gastar corriente tampoco tiene eso del mercado único. En Europa debería ser igual en todas partes, pero estas multinacionales mandan mucho. Regiones como Andalucía y Cataluña no quieren cortar en invierno la luz y el agua a quien las pasa canutas. Algo así debería ser nacional, porque la crisis va por barrios, y los de trabajadores son los habituales en toda España. El recibo de la luz quita el sueño en muchos hogares, que han dejado aparcado por su culpa el vermú, salir a tomar un vino o sentarse en una terraza a merendar chocolate con churros. El país pierde sus esencias, y me cuesta creer que es lo que se quiere con la carestía de la vida. Con la siesta, la Semana Santa y el veraneo, no es que seamos diferentes al resto de Europa. La distancia viene de lo que cuesta allí y aquí la luz, y lo que no es la luz.