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LA CRISIS TAMBIÉN ES COSA DE RICOS

dineroPublicado en el Diario Montañés el 3 de septiembre de 2011

Se puede ampliar la descripción de lo que es un multimillonario con el dinero que tiene en el banco o con las múltiples propiedades y objetos de gran valor que posee. A veces, un simple apellido, Rockefeller, simplifica entender lo que es ser super rico. Sobre sus preocupaciones cotidianas, no son ni las suyas ni las mías, pero las maltrechas finanzas de los países donde viven y la Bolsa, que no para de jugar malas pasadas, a veces les hace tomar posturas que pueden ser chocantes al tiempo que certeras. Así lo pienso al enterarme de que dieciséis de las mayores fortunas de Francia han pedido a su Gobierno que imponga un impuesto especial a los ricos para contribuir a salir de la crisis que vive el país vecino. Sorprende también en positivo que el tercer hombre más rico del mundo, el norteamericano Warren Buffett, publicara recientemente en el New York Times un artículo titulado “Dejad de mimar a los super ricos”. En él pegaba un toque a Obama para que se tomen medidas de verdad, y se deje de hablar de “compartir sacrificios” cuando el propio Buffet (que se autocita) y sus amigos no han notado ningún cambio en sus bolsillos. Su petición llevaba tal carga de profundidad que escribió: «mientras las clases pobre y media luchan por nosotros en Afganistán, mientras  la mayoría de los norteamericanos luchan para ganarse la vida, nosotros, los mega ricos, continuamos teniendo nuestras extraordinarias exenciones fiscales». Con otras palabras,  pero los ricos franceses quieren sumarse y arrimar el hombro porque “somos conscientes de habernos beneficiado plenamente de un modelo francés y de un contexto europeo a los que nos sentimos muy unidos y que queremos contribuir a preservar». Los nombres que rubrican con su firma semejante petición, exportable a otros países como el nuestro, representan fortunas que suman millones y millones de euros. Tal es el caso del presidente de L’Oreal y su máxima accionista, Liliane Bettencourt,  los patrones de la petrolera Total, del alimentario Danone, el banco Société Générale, el operador de comunicaciones Orange, la aerolínea Air France-KLM y el fabricante automovilístico PSA Peugeot-Citröen, además de el ex patrón de Renault.

No nos engañemos: mal tienen que estar las cosas para que los ricos exijan pagar  más impuestos y pidan a los políticos que se tomen en serio el reparto del sacrificio, como ha hecho Buffet en los Estados Unidos. El clamor de las quiebras, de los millones de desempleados, de las familias sin ningún ingreso, de los desahucios y de los Indignados que crecen, está ahí, y no son posibles los oídos sordos. En la mayoría de los casos, las grandes fortunas esparcidas por el mundo se han montado con buenas ideas, tesón, esfuerzos, y, especialmente, una gran dedicación al trabajo. Esto no es discutible aunque se ha tirado mucho de la demagogia de que ser rico es sinónimo de utilizar prácticas oscuras. Y no es verdad, aunque tampoco mentira que casos fraudulentos siempre hay.  En nuestro país sin ir más lejos tenemos multimillonarios que aparecen el la lista Forbes de los más ricos, cuyos titulares son un ejemplo de ese buen trabajo y constancia. Su trayectoria además ha estado marcada por la discreción y mostrar siempre actitudes de normalidad y ejemplo dentro del ámbito social en el que conviven. Cosa bien distinta es que todas estas grandes fortunas españolas decidan mandarle una carta al Gobierno de turno, donde le pidan que quieren contribuir más con sus impuestos, porque España es un país de grandes posibilidades, con futuro, que a ellos les ha dado mucho, y que precisamente dan este paso a la francesa porque es garantía para todos de preservar lo que poseen. Como en Estados Unidos o Francia, países de donde surge este debate, los ciudadanos españoles tenemos una tradicional percepción de que Hacienda no somos todos, por lo que pagan unos con pocos recursos y lo que pagan otros, con muchos más. Para Warren Buffet, son “bendiciones” que se dan a los super ricos, y abundando más en lo que pensamos la gente sobre los impuestos, a este magnate norteamericano le choca que pagó el pasado año 6,9 millones de dólares al fisco, apenas un 17,4% de su renta, cuando sus empleados tributaron entre un 33% y un 41%.  El mundo al revés, y esto lo digo yo. Donald Trump, otro de los archimillonarios con más renombre decía hace poco: “cuando entras en alguna de mis propiedades, es muy difícil hacerte una idea real de lo que es la vida”. De vez en cuando, todos deberíamos coger el autobús o saber lo que vale un pan. Los ricos se han dado cuenta que esta crisis acecha a todos, porque los productos que fabrican se apilan, sin salida; la gente no gasta y no se vende casi nada; y la cadena de producir-distribuir-vender ha sufrido un terremoto económico del que no sabemos salir. Todo esto lo saben muy bien los super ricos, los mega ricos o los grandes magnates del mundo. Como dice ese refrán tan nuestro, válido para nuestros ricos, cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Dicho de manera financiera, la crisis también es cosa de ricos, porque todos nos jugamos algo en este envite.

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