Las viejas excusas que nadie ya cree no se suben al cambio de los tiempos. Una comunicación que cale en los demás se apoya esencialmente en la forma de ser. Desde mi punto de vista, la credibilidad se fabrica con una mezcla a base de una pizca de trabajo, otra de honradez, una pizca de compromiso, de humanidad, ir de frente, decir la verdad y ser sencillo y natural. Cuando alguien la caga, roba o ya no queda otra que echarle, casi siempre se utiliza ante la opinión pública la misma estúpida frase: “me voy por motivos personales”. Nadie se lo cree, es evidente. Entonces el entorno del dimitido empieza a contar por barras de bares y mesas de restaurantes la auténtica causa del repentino abandono. Digo yo que si has formado parte del consejo de administración de una caja de ahorros cuando quebró, y la pensión vitalicia que te pusiste fue millonaria, y ahora andas de tribunal en tribunal, sólo un tonto puede dar crédito a la versión de que dejaste la entidad bancaria por motivos personales. Vamos a ver: un motivo personal resulta como muy familiar, cercano, que ataña o afecta a los tuyos. Quiero añadir que es tan importante de salvaguardar (la grave enfermedad de un hijo, por ejemplo), que te lleva a dejarlo todo y dedicarte en exclusiva a sus cuidados. El chorizo es tan chorizo que mezcla incluso lo más auténtico que existe, con lo corrupto de una gestión laboral llena de desfalcos, apropiaciones indebidas, utilizar información privilegiada y demás ejemplos conocidos que son noticia diaria de tribunales.
No me suena bien ni a mí, pero lo mejor que hay ahora en España es la justicia, por el anhelo general de ver desfilar hacia las cárceles a todos los que han pinchado este país y destrozado a familias enteras que lo han perdido todo. Los millones de parados son realmente los que más pueden hablar de motivos personales. Porque son realmente motivos haber perdido el trabajo, no encontrar otro, y salir de casa (si es que no la han perdido) con la mejor cara posible para que los tuyos vean una normalidad que no es tal. Personal también es que tus padres te hayan tenido que recoger, darte de comer y dinero, o que te sientas por todo ello una piltrafa que te hace pensar que no vales para nada. A quien le señalan el camino para dejar un buen sillón empresarial, político o social, y lo explica con motivos personales, habría que hacerle vivir durante un periodo concreto otra vida de comedor social, bolsillos agujereados y desazón porque nadie te da una oportunidad, y no ves salida.