Que 29 presidentes de clubs de fútbol de primera y segunda división, con los máximos dirigentes nacionales de este deporte al frente, hayan firmado una petición de indulto para el ex presidente del Sevilla, condenado a siete años de cárcel, habla por sí sólo de lo enfermo que está este país, donde es normal y corriente ver lo blanco, negro. No es sólo que se extienda como el fuego la idea de que existe una justicia para ricos y otra de pobres. No es ya que no se atisban jamás cambios hacia el orden lógico de las cosas. Son cuestiones de honradez, de dignidad y de sentido común, que son las que más nos afectan a las personas que nos tachamos como trabajadoras y esperanzadas de que puede llegar a existir una sociedad mejor para todos. España se flagela con el no, con que no son posibles quitarnos de encima las tachas que nos han hecho de una forma de ser que arrastramos desde el Descubrimiento de América, y la forma que teníamos de dirigir los territorios conquistados, muy semejante a cómo se hacían y se hacen las cosas aquí. El indulto, tal y como se produce hoy en España, es de aquellos tiempos del doblón de oro.
Sobra explicar que el indulto español está lejos de la modernidad, mucho más de la justicia, y de que es sospechosamente empleado a criterios que si se conocieran al detalle, serian más los que se iban de España para volver a empezar en sociedades más justas. En este sentido, y otros muchos (sin dejar de valorar lo nuestro jamás, aunque nos falle sistemáticamente) los países anglófonos, francófonos y germanos, nos ganan por la mano. Lo tengo más que comprobado. Durante la semana, de lunes a domingo, y vuelta a empezar, allí no pasa como aquí, que estamos siempre a vueltas con las mismas cuestiones pueblerinas, peregrinas, antiguas y casposas, de las que nos hacen retroceder. Lo de estos presidentes de fútbol, pidiendo el indulto para uno de los suyos, para uno de su casta, es infumable, impresentable, rechazable, asqueroso, indigno, injusto, les delata, y nos marca (¿Marca España?) acerca de cómo se piensa y cómo se atajan aquí los compromisos, al margen de lo que debe ser de cumplimiento estricto de la ley para la mayoría de españoles, salvo los que se creen por encima de todo y de todos. Si se produce este indulto, será por un penalti injusto.