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Incendios: escuchar al campo y ponerse a prevenir con medios

Con los muchos incendios habidos, todo es cruce de acusaciones, que desde luego no van a recuperar las zonas quemadas, ni la vida de sus habitantes. El fuego es noticia cada verano, aunque nada como lo de este 2025. El Gobierno propone un pacto contra la crisis climática. Si ha de ser y servir, hágase. Pero si no cambiamos la mentalidad, poco futuro auguro al acuerdo. Aquí hay que gastar en prevención, contar con medios permanentes y profesionales, castigar como es debido a los pirómanos, y devolver al campo y a sus pobladores, cada vez menos, la confianza que nunca se les debió retirar, caso del cuidado de estos entornos rurales.

El 20 de junio era sábado y empezaba el verano. Presuponíamos, más desde las instancias del poder, que resultaría un periodo vacacional tranquilo, sobre todo de respiro ciudadano ante las continuas trifulcas institucionales. Nada más lejos de la realidad por la extraordinaria ola de calor, que ha conllevado no pocos incendios en múltiples parajes, algunos tan devastadores que han generado pérdida de vidas, y vecinos que se han quedado sin nada: casa, enseres y trabajo derivado de la ganadería o la agricultura. ¿Cómo vivirán a partir de ahora? Se repite el interrogante de los damnificados por la DANA, que en muchos casos aún no han recibido las ayudas prometidas.

Tal es el drama que aún se vive por los fuegos incontrolados, muchos provocados, que el 22 de septiembre terminará este trágico verano, y además de ser lunes, entraremos en una nueva crisis, la de los peores incendios en lo que va de siglo. Unos medios de comunicación de una manera y otros de otra, nos informarán (es un decir), de si el Gobierno y las comunidades autónomas más afectadas podían haber hecho más, a lo que añado que regresa el debate de si la España actual está preparada para emergencias extremas, y como prueba esta lo ocurrido en Galicia, Asturias, Castilla y León (la peor parada) y Extremadura. Hemos tenido que recibir la ayuda internacional no aceptada antes en la DANA. La Unión Europea ha enviado aviones, helicópteros, bomberos y equipos de emergencias desde Alemania, Eslovaquia Finlandia, Francia, Países Bajos y República Checa. Por nuestra parte, tarde como siempre, se han movilizado a 4000 militares.

Con las llamas aún muy vivas en Orense, León o Cáceres, el Gobierno hablaba en paralelo de un gran Pacto de Estado contra la crisis climática. Muchas son las voces críticas, afectados (primero está apagar las llamas), expertos, científicos, empresas especializadas, trabajadores y sindicatos del campo, incluso grandes grupos ecologistas, los que sacan los colores a las administraciones, por no haber hecho en el pasado, ni siquiera recientemente, los deberes con la necesaria inversión, especialmente en prevención, y durante todo el año, no solo con la llegada del calor. Hasta ahora se han quemado más de 400.000 hectáreas (230 incendios), una auténtica barbaridad. En cambio, el dinero gastado por el Estado en medios contra incendios, trabajadores profesionales y, sobre todo, prevención, se ha reducido en un 48%, desde los 225,2 millones de 2018 a los 115,8 de este año. Así, desde diferentes regiones, caso de Galicia o Asturias, ya se pueden pedir más recursos humanos y técnicos propios, que no los hay, y tiene que ponerlos sobre la marcha, en pleno agosto vacacional, la UE.

“El Gobierno habla de un pacto contra la crisis climática, pero son muchas las voces críticas por no haber hecho la necesaria inversión en prevención”

Por otra parte, el pacto por el clima debería ser primeramente mundial. Cada vez que hay una nueva cumbre termina en fracaso, bajo la maniobra de distracción que supone el dinero que aportan las grandes potencias para que los países en desarrollo emitan menos gases contaminantes. Da igual si, como sucede, Estados Unidos, Rusia y China no están por la labor. Con dirigentes como el negacionista Trump, y un Putin que ataca a Ucrania, a medio plazo no hay nada que hacer en cuanto a medidas que sirvan de contrapeso real a los graves sucesos climáticos que puedan darse.  

España estaba avisada,y no ha previsto nada. Germanwatch es una laboriosa organización que mide el Índice de Riesgo Climático, por el que se evalúan los impactos de sucesos climáticos extremos, tal como olas de calor, sequías o inundaciones. Por supuesto, existe el índice correspondiente a 2025. El resultado para España no pudo ser más inquietante. Nos situó como el octavo país, a nivel global, con un mayor riesgo meteorológico extremos. Lo que no recogía ese estudio es que, a 23 de agosto, se elevaba a 41 el número de detenidos y a 127 los investigados, por su presunta relación con los incendios. Como en otros tantos casos, la legislación actual ya no es válida para combatir a tanto indeseable. He citado a Germanwatch porque es una buena fuente utilizada de habitual por medios y periodistas especializados en medio ambiente, y todo lo que gira en torno a la Tierra. Pero para entender, en concreto, lo que ocurre aquí, mentados los malvados, hay que abordar cuestiones como despoblamiento rural, abandono del campo o excluir a sus expertos habitantes de la toma de decisiones. Mejor que ellos, nadie conoce las áreas arrasadas.Los sindicatos del campo representan este sentir. Con motivo de tantos incendios y tan devastadores, han expuesto de nuevo lo que ocurre, el por qué y quiénes son más culpables. Un primer razonamiento que atrae totalmente mi atención, por estar de acuerdo, es que mucho de lo que está pasando es fruto del abandono de muchas zonas, tanto a nivel de gestión y cuidados, como por la marcha, hastiados, de ganaderos y agricultores. Desde las capitales se habla mucho del campo. Se adoptan acuerdos sin sentido. Demasiadas prohibiciones, algunas no vienen a cuento. Cada vez es más notoria la falta de entendimiento hacia lo que supone el mundo rural, y ayudarles de verdad, sin tantas trabas, para que puedan solucionar sus problemas y salir adelante. Cuando hablan de recuperar lo que siempre funcionó (tareas y tradiciones) llevan toda la razón.

El abandono y vaciado de muchos pueblos tiene un efecto demoledor, mismo olvido, para todo el entorno natural en el que se levantaban estas poblaciones, antes ocupadas por agricultores, ganaderos y sus familias. Ya no hay quien cuide estos maravillosos entornos, que antes de estos últimos incendios mostraban una falta absoluta de limpieza. Las consecuencias las vemos en este trágico verano de 2025. ¿Pacto de Estado? Llevamos demasiados años hablando de los incendios, de pirómanos, de mayores penas para los culpables, pero también viendo como para las administraciones no es un asunto prioritario. 2026 está a la vuelta de la esquina. Hay que ponerse manos a la obra, de verdad, ¡ya! Con más inversión en prevención real a base de desbroces y limpiezas de montes. Con el apoyo que merecen agricultores y ganaderos. Con un cambio de mentalidad, tanto oficial como ciudadana, acerca del campo y quienes lo pueblan, porque son quienes nos dan de comer. Y con dinero fresco y propuestas para todas estas zonas. Solo con trabajo y oportunidades para las nuevas generaciones, se puede aplacar este brutal despoblamiento rural, del que se habla mucho, aunque sin hechos.

“Desde las capitales se habla del campo, se adoptan demasiadas prohibiciones. Falta entendimiento y ayudarles de verdad, sin trabas”

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