No hay otro lugar en el mundo como Davos, Suiza, dentro de su foro económico anual, donde se pueda pronunciar semejante despropósito, que, ya puestos, voy a describir también como gran imbecilidad. Antes de exclamar: “hay que educar al pueblo (europeo) para que vote al líder correcto”, el autor de la frase y presidente del fondo estadounidense Blackrock, Laurence Fink, debería mirar a su propio país, su política migratoria, su nefasta política exterior teñida de guerras, y recordar de paso que la crisis actual empezó en Wall Street, con no pocos desmanes financieros que han dado al traste con millones de personas sin trabajo, desahuciadas, y abandonadas a su suerte en todo el mundo. Hablar así desde poltronas archimillonarias es fácil cuando son los borregos los que tiran del carro de la producción. Dice el personaje que ellos (los de los mercados) han cumplido y que los gobernantes de la vieja Europa han de cumplir los recortes, ajustes, despidos, Eres, desempleos, bajadas de sueldos y eliminación paulatina de ayudas sociales, que con la sanidad y la educación, resultan muy caras a las arcas públicas.
¿A qué quieren los señores de Davos que se dedique el dinero público? Me temo que a los bancos. No se les debe pagar aún lo suficiente por los muchos créditos contraídos con ellos, el rescate en el caso español, que hay que seguir inclinando la balanza en pro de la banca, en vez de la justicia social y económica que supone devolver todo el dinero hurtado a los preferentistas, sin importar su edad, entendimiento y la discapacidad que pudieran llegar a tener cuando fueron engañados. Pisotear, insultar y ofender al mismo tiempo es lo mismo que la frase dicha en Suiza por este magnate norteamericano. El mundo tiene buenos y malos líderes, que, desgraciadamente, confluyen en una misma cuestión: hace tiempo que su discurso está escrito dentro del Fondo Monetario Internacional. Hablar de esta manera desde el foro económico más importante es quitarse un poco más la careta, para luego querer que los desheredados voten enciman unas ideas que acarrean miseria.