Si me ha dado siempre rabia e impotencia al escribir sobre las hambres el mundo, resulta del todo imposible que clave mediante simples palabras lo que me producen las hambres nacionales en este verano, especialmente de niños. Hay un hecho irrefutable para poner en mayúsculas que existe hambre en España. Si durante los seis años largos que llevamos de crisis, quienes trabajan han tenido y tienen serios apuros para llegar a fin de mes y pagar las facturas, quienes se han quedado en paro o ya no tienen ayuda económica alguna como prestación, están realmente desamparados. Este siempre ha sido un país del que dirán. Con la edad, los comentarios, las envidias y las puñaladas traperas ya no tienen tanto efecto, daño y dolor como cuando empiezas la carrera del vivir mediante un trabajo que te facilite todo lo demás. Con esto quiero decir que no estamos reconociendo y poniendo remedio, en este caso platos en la mesa, por el hecho de seguir defendiendo cosas absurdas como que somos un país grande, fuerte, rico, en definitiva (que es a lo que siempre estamos), el mejor del mundo mundial. Para todo, deberíamos ser más sencillos, y desde esta sencillez dar el salto debido a comprender determinados problemas que nos invaden y nos superan. Las cosas hay que verlas con humildad. De ahí que cada cual tenga que reflexionar sobre lo que hace, pero no se pueden buscar excusas en cómo se hace en otros lugres, porque la crisis española es tremenda, y ha golpeado el sistema hasta ponerlo todo patas arriba.
Vamos, que canta a la legua que ya no somos iguales al resto de Europa, por ejemplo. Y que percibimos las cuestiones tal y como las vivimos y que ya no lo fiamos todo, como antes, a que se dice por la televisión. La profesión va por barrios y dentro de la casa de uno es donde se ve la crisis en fase 3, baja, 2, más alta, o 1, la más crítica. Me siento ahora más solidario con muchas personas y cuestiones que al principio de la crisis, allá por el 2008. Lo que significa esto es que hay necesidad, y que a la vuelta de la esquina habrá que comprar nuevamente libros y lápices que muchas familias no se pueden permitir, y que señalan dentro de las aulas a niños más y menos necesitados. No puede haber nada más importante que un niño tenga un verano feliz y la barriga llena. De hecho, no lo hay. Mi insistencia en pedir que se tomen todas las medidas necesarias para paliar el hambre y las necesidades de los ciudadanos va también en esta línea porque es realmente lo primero.