Grecia divide a los europeos sobre si debe recibir una gracia extra para ser rescatada de su ruina financiera. Unos dicen que no, ¡por manirrotos!, y otros que sí, que hay que ayudarles, porque la penosa situación de los griegos es el resultado de la fatal política europea de recortes presupuestarios que ha traído consigo algo que se consideraba ya desterrado del viejo continente: la miseria.
En realidad resulta una gran contradicción: Grecia es un desastre como país, pero ahora es adalid del ejército de ciudadanos agrupados en torno al ¡basta ya! con lo que ha sido una política injusta, desigual y, sobre todo, insolidaria de una parte de Europa con otra parte de Europa. Alemania es la única que manda en la Unión y los demás han venido diciendo amén a todo. Hasta que llegó el referéndum en Grecia, con su no rotundo a aceptar más exigencias de cumplimiento imposible por parte del pueblo griego. Sigo diciendo que Grecia es un país muy antiguo, pero también en sus estructuras de gobierno, en sus maneras de hacer las cosas, mal, y donde es necesario que cambien su chip, y empezar hoy a cambiar las cosas, mejor que mañana.
Dicho queda. Aunque mucha de la culpa de lo que ocurre en los países socios, la voracidad, el desenfreno en el gasto, la tienen las propias instituciones europeas, con la Comisión al frente, por lo que ha sido su política presupuestaria anterior a la crisis. No se puede pasar en un instante de los fondos estructurales europeos, que era el dinero que recibían países como España, a cerrar escuelas y hospitales, a bajar pensiones y a subir la edad de merecerlas, pero dependiendo de la situación económica del país, como España, Irlanda, Portugal o Grecia. Son los países peor tratados durante esta larga crisis, y, hay que decirlo alto, no hay derecho a exigir que se tomaran muchas de las decisiones adoptadas a las que ahora se busca, como aquí, una marcha atrás. Por eso todo lo que ocurre en Grecia tiene como resultado titulares a diario de repercusión tan grande. Porque han sabido decir que no cuando todo el mundo (Alemania de nuevo) tan sólo esperaba que dijeran un sí sumiso y callado. Me da que esto se ha acabado en Europa, mezcla de una crisis tremenda para tantas familias y ciudadanos que ya no quieren ser anónimos, de recortes y ajustes mal hechos y peor explicados, y de ver como se ha venido denominando como la Europa de todos a lo que realmente es la Europa de la canciller Merkel.