Si no es así, desde luego tiene toda la pinta. Hay conflictos bélicos por doquier. Procesos independentistas en Europa que, por su pasado, han sido siempre motivo de perdiciones mayores por los enfrentamientos entre vecinos. La Unión no funciona. Rusia vuelve a ser la de antes. Estados Unidos está obseso con los yihadistas. La pregunta sobre China es ¿durante cuánto tiempo más va a poder contener el deseo de cambios internos de una población tan numerosa que da miedo sólo con pensarlo? La crisis económica es pertinaz como ella sola. La voracidad de los ricos no tiene freno. El mal ejemplo de los bancos ha dejado una huella que genera rabia. El paro es el pan nuestro de cada día, y el real, sigo con el pan, escasea cada vez más entre las familias. Aumenta el hambre en todas partes, ¡ojo a esto!
No acaba aquí. La juventud tiene sus ánimos muy tocados. Los parados de larga duración mucho más. Los presupuestos internacionales que se dedican realmente a los problemas que demandan soluciones urgentes son de chiste. Lo militar precede a lo humanitario, lo sanitario, lo educativo, lo social, lo cultural, lo científico y los avances en la cura de las enfermedades que más nos preocupan. África no aguanta un año más. El ébola se la come ahora. Resulta que existían soluciones para el ébola, que han aparecido cuando había que salvar a compatriotas contagiados de grandes potencias como Estados Unidos. Los africanos del ébola, cada vez más numerosos, no interesan.
El mundo tiene tocados sus valores. Parece que importa todo menos sus pobladores, los ciudadanos, que se ven en ocasiones más solos que la una. Nos hacemos muchas preguntas que no tienen respuesta. Aumentan las ansiedades y los problemas nerviosos, porque no es nada fácil hallar la felicidad, la normalidad, ver presente y sobre todo futuro. Nunca antes el ser humano se ha encontrado con tanto desequilibrio interno y externo. No es sólo ya cuestión de lucha entre hombres y mujeres, que por otra parte siempre ha habido. Hoy es nuestra propia ubicación, lo que somos, lo que anhelamos y vemos bloqueado. Nos genera tremenda ansiedad cómo conseguirlo, el caso que nos hacen, en qué están realmente los gobiernos y los poderes y su obligación moral y legal de dar soluciones a muchas de las cuestiones que me he limitado a enumerar de forma seguida. Porque lo cierto es que si el mundo no revienta, mejor para todos, aunque no pinte nada bien.