Hasta ahora hemos asistido a que las críticas fueran para los sindicatos y sus secretarios generales, pero el presidente de la patronal de empresarios, la CEOE, ha hecho méritos suficientes para sacar aún menos nota que los anteriores. No hay aparición pública suya o declaración en la que no demuestre su fobia por tres cuestiones: los funcionarios, los sueldos y las autonomías, salvo Cataluña, que es la suya. Es más, siendo tan prehistórico en cuestiones que ya creíamos superadas, en los intentos independentistas catalanes tiene un doble lenguaje, porque sabe que donde tiene sus empresas le pueden dar pin, pan, pun, dependiendo de lo que declare. Vamos que Joan Rosell, que así es como se llama el presidente de la CEOE, nos ha salido rana, y eso que España necesita auténticos líderes en todos sus sectores, y más los empresariales, para salir de la crisis.
Otra ocurrencia del buen señor, experto en hacer amigos, es que en España no hay 6 millones de parados. Sería gustoso de poner él la cifra, pero tampoco se atreve. Una cosa es verdad, los empresarios a los que representa no sólo no crean empleo, sino que no paran de destruirlo. No paran de despedir, de hacer ERES, bajar sueldos, quitar pagas, y amedrentar a los trabajadores con trabajar más y ganar menos, que es otra idea del bombero incendiario que es Rosell. Con lo que tiene dentro de su propia casa, con el anterior presidente de los empresarios en la cárcel, se atreve a decir que donde mejor están los funcionarios es en casa cobrando un subsidio. Todo un auténtico faltón, chuleta, al que hay que pararle los pies, o mejor dicho, cerrarle la boca, porque cada vez que la abre es para insultar a los demás, para echar la culpa a otros, y para no asumir que su gestión es todo un fracaso.