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Enseñar Honor

Hay dos hechos en sí mismos que ya deberían haber creado un antídoto legal contra la corrupción. El más mediático y mortífero es que los triunfadores merecedores de entrevistas responden a la pregunta de ¿cómo ven el panorama?, con la respuesta de que es una metástasis para España tener en la sombra de la intriga a un ejército de corruptos. El segundo hecho es que los niños no piensan ni hablan bien de la política, y dan una opinión de ella demasiado sesgada, al hablar tan sólo de los señores y señoras que están en la cárcel o encausados, por haber metido la mano en la caja común de todos.

Como la cualidad moral que es y que impulsa a una persona a actuar rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral, nada más pisar un niño el colegio, el primer día se le debería ya hablar y explicar lo que es vivir con honor. La lección ha de repetirse -con buenos y malos ejemplos- durante los sucesivos cursos escolares, hasta llegar a la universidad. Ya pasó antes, y seguimos igual: nuestros jóvenes no disciernen claramente lo que es el honor, y el día a día de las sucias noticias que se conocen y debaten posteriormente en tertulias de todo tipo no ponen precisamente las cosas en su sitio.

Pienso en la relación futura que van a tener nuestros jóvenes con lo que serán sus empresas. Esperarán de ellas trabajar a gusto, cobrar decentemente, y hasta disfrutar de unos servicios y ayudas sociales cuando también ellos cuenten con familia propia. Pero…¿quién enseña a los futuros trabajadores a mostrar respeto por su empresa, a valorarla, a defenderla incluso de los ataques por parte de la competencia o los medios? Voy a poner un ejemplo que, por reiterativo, jamás deja de sorprenderme. Compro algo en una tienda o grandes almacenes, y me topo más de lo que quiero con empleados que compaginan vender y cobrar el producto con discutir delante del cliente algún asunto interno de su empresa que no debiera de interesar más que a ellos. ¿Hay que llamar a esto indiscreción? Evidentemente, sí. La única indiscreción positiva que conozco es la que termina poniendo entre rejas a los corruptos que se aprovechan del poder y de sus cargos para cometer fechorías de todo tipo. El honor, el comportamiento, la educación y la manera de actuar en cada momento, no son estudios fáciles, y deberíamos como país estar en permanente reciclaje para reforzar todos estos aspectos. Los jóvenes estudiantes de ahora, que el día de mañana tomaran el relevo, nos lo demandan. Su forma de ser y de comportarse, sus valores, no pueden esperar.

 

 

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