Al asesor que pensó en esto del “”relaxing cup of café con leche”, y hacer decírselo a Ana Botella a los malcriados miembros del COI, es como para tener un careo con él, sin testigos y sin moretones en la piel. Cobrar dos millones y medios de euros por esta idiotez, con todos los asesores sin pegar un palo al agua que hay de punta a cabo de España, es otra insensatez. En Iberia prima la envidia, el ruido, y el enfrentamiento constante, pero gente lista y con ideas brillantes es algo que nos sobra. Últimamente la publicidad se hace a base de mostrar imbecilidades en el anhelo de que se hable de ello, aunque el anuncio sea de llorar. El “relaxing cup of café con leche” no es precisamente para reírnos de nosotros mismos, porque va a quedar en los anales de las tonterías más grandes que hemos acometido en este nuestro país. Soy de los que también pienso que estar sentado en la silla de una presidencia para intentar convencer a un foro de agasajados, con todo tipo de vicios y tentaciones recompensadas, es muy difícil. Hablar o criticar si no lo has hecho, ¡déjalo! Cosa bien distinta son las ideas del discurso. Debe primar la sencillez, ser directo, original y, como resumen, brillante. El asesor neoyorkino que pensó en café con leche se ha quedado calvo de tanto pensar.

Odio los tópicos sobre España. Ni todos los españoles estamos en lo del flamenco, ni la Sagrada Familia de Barcelona es la imagen de toda la nación. Siempre estamos a vueltas con lo mismo para representar exteriormente a nuestro país. Ahora, se ha sumado el café con leche, aunque no somos productores precisamente de lo primero y sí mucho de lo segundo, la leche en sí y la mala leche añadida. Esto es lo que más me molesta del “relaxng cup of café con leche”, y sobre Madrid. Cuando queremos, somos muy aldeanos, y no son maneras de venderse a nivel internacional, de hacer marca España, ni de sensación de país avanzado, serio, moderno, fiable y consistente. Además de las trampas que siempre nos ponen, y por eso hemos caído con el doping, la crisis, hablando ante el COI, ¡a estos!, de austeridad, y nuevamente con el Príncipe de Mónaco tacando en las partes que no debe.