Escribo desde la cama, griposo, pero a fin de cuentas la comodidad no me impide estar cada semana en la picota de lo que uno pueda aportar, polemizar, defender una buena causa o dar un buen palo a los muchos que se lo merecen en este país. Con techo como tengo, yo llamo ahora a España el Reino de los Desahuciados. La nueva expresión va por los parados, va por los jóvenes sin empleo y sin futuro y, evidentemente, va por los que tienen que abandonar a la fuerza sus casas, ante las sentencias judiciales firmes provocadas por las previas denuncias usureras de bancos y cajas de ahorros. La moratoria de dos años que se acaba de aprobar con respecto a los desahucios es una auténtica chapuza. Es tan sólo un lavado de cara, mientras España arregla sus cosas con Europa y afloja la presión internacional de potentes países (y sus medios de comunicación) a cerca de lo que nos está sucediendo realmente. La única oposición eficaz que se está dando en los recortes, ajustes y demás, está viniendo de la calle o de sectores profesionales concretos que están poniendo palos en las ruedas del Gobierno. No deja ser curioso que los que más y mejor se están oponiendo a los desahucios sean los jueces; menos sorprendente es que los médicos estén enfrente de todo recorte sanitario y lo mismo digo de los profesores con respecto a la educación. La política no parece estar a la altura de las circunstancias porque el negro panorama la ha pillado con el pie cambiado.
Creo que todos reaccionamos de forma similar si un día te levantas con una nómina rebajada, ves metido a un hijo en un ERE, o tienes que pagar más por la gasolina o las medicinas, dependiendo además de dónde vivas dentro del territorio nacional. ¡Vamos, que el acojono es general! De ahí que el ciudadano está muy perdido y desorientado porque, acostumbrado a seguir una hoja de ruta de vida, resulta que ya no existe. Vivimos de la improvisación que crea una economía muy desgastada, con grandes y medianas empresas que van a la baja, mientras las pequeñas desaparecen directamente. Tenemos un sistema financiero tan tocado que te pone rojo acercarte a un banco para pedir un pequeño crédito al consumo, que encima no te va a conceder. Llevamos cinco años de crisis y se aplazan sólo algunos desahucios durante un par de años pensando que la tormenta perfecta pasará. Es mucho pensar porque se han dicho ya todas las frases posibles, la gente ni ve ni cree, y además percibimos claramente que la política se pierde en debates inútiles mientras hay más de seis millones de parados comiéndose las uñas. El papal de las grandes instituciones del Estado en la crisis es flojo o inexistente. Desde la propia Corona que no se ha pronunciado en el asunto clave de los desahucios, hasta el Congreso y el Senado, que no son precisamente el epicentro del debate y las soluciones, desde el consenso. Se ha visto en las propuestas anti desahucios donde Gobierno y el principal grupo de la oposición no han sido capaces de ponerse de acuerdo, dejándonos al final este Reino de los Desahucios donde ya confiamos a la suerte y empuje exterior salir algún día de la más gorda en que nos hemos medido de no tener y deber dinero al mismo tiempo.