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El plátano dentro de un cerebro de mosquito

Mauricio Colmenero, el tabernero del “Bar Reinols” de la serie de Telecinco “Aida”, es la representación nacional de los racistas por excelencia. Llamar “machupichu”, “mono” o enseñarle un plátano a su camarero sudamericano, son sus perlas verbales habituales. Sabemos que aquí nadie se define racista, hasta que se le ve el plumero en una manifestación, en un comentario de bar donde se ha pasado de frenada, o en un campo de fútbol tirando alguien, con el cerebro de mosquito, un plátano a un jugador contrario con la tez negra. En “Aida” se representa esta manera de ser a la vez que se difunde más. El otro día pregunté en un bar por un determinado camarero y fui contestado con la siguiente expresión: “ese machupichu, ya no está aquí”. Evidentemente, el trabajador es de origen peruano, y la moda racista es insultarles. Pero vayamos a la mollera de los racistas. En un determinado momento de su vida, hasta llegar a ser tan despreciables, han visto el mal ejemplo en algún lugar concreto. En casa, en el colegio, en su pandilla con el líder de la misma, o viendo determinadas televisiones, que las hay, donde no dejan de poner el acento en las diferencias entre ser un puro español a otro no nacido aquí.

A diferencia de lo que ocurre en países que han sufrido la esclavitud, los castigos ejemplares hacia los que azuzan el racismo y la xenofobia son endebles del todo. También es verdad que la familia Le Pen campa a sus anchas en Francia, y que cada vez crea más adeptos, no sólo entre las filas de la derecha sino entre la izquierda descontenta. Jamás entenderé cómo alguien puede pasar de ideas progresistas a pedir que en Europa se levanten muros de piedra para que no entre nadie sin papeles, pero es lo que hay. Luchar contra esta apisonadora racista, que encuentra su mejor aliado en la crisis, el paro y las necesidades, es la gran cuestión. Hoy por hoy, no veo en Europa a nadie con la fuerza y las ganas de llevarlo a cabo. Todos se dejan llevar por los tiempos, creídos de que hacer una defensa del humanismo e igualdad entre seres humanos, resta votos. No soy optimista, porque cada siglo sale por ahí un iluminado que lo fastidia todo. Si no hay un mensaje fuerte y total contra el racismo, todo serán medias tintas. Veamos a Estados Unidos: aunque seas rico y dueño de un equipo NBA de baloncesto, si eres racista, a galeras y apestado de por vida.  Lo voto.

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