RUTH Y JOSÉ
Con lo eficaz que es la Policía española en estos casos, cuando desaparecen unos niños durante mucho tiempo, hay que ponerse en lo peor. José Bretón, padre de Ruth y José, de aproximadamente 6 y 2 años, se encuentra en la cárcel y todas las pruebas forenses apuntan a que incineró vivos a los pequeños, por despecho hacia su madre. Como antes otros, el asesino pendiente de juicio sumarísimo, saca a primer plano esa idea que un día escribió Stendhal sobre que pensar, hace sufrir. En muchos casos, así es, y este es horrible lo mires por donde lo mires. ¿Cómo llega un padre a la conclusión de poner fin a sus problemas conyugales, económicos, laborares o de salud, asesinando brutalmente a sus hijos? No sé ustedes, pero yo no puedo llamar padre de ninguna de las maneras a este despojo humano. Le veo frio, calculador, mentiroso, sin arrepentimiento ni piedad hacia la abatida madre (Ruth Ortiz) y el resto de familiares de los críos. Le veo resarcido de una bastarda misión cumplida. Lo pensó, lo llevó a cabo, y ahora pretende dejar en mal lugar a las fuerzas del orden, como antes lo intentaron otros asesinos de niños y jóvenes, en algunos casos saliéndose con la suya, porque siguen en libertad, algo que nadie entendemos.
Somos una sociedad permisiva con demasiadas cosas y aspectos. Nos dejamos engañar con facilidad; se nos miente a diario como si fuéramos bobos; y contamos demasiadas cosas de las que aparecen en los medios de comunicación, especialmente la televisión, creyendo a pies juntillas lo que narran, y no es así en absoluto. La manipulación impera en casi todo lo que nos rodea. No quiero dejar atrás a las televisiones sin menoscabar los dañinos espectáculos que montan de continuo con corruptos, maltratadores, abusadores y asesinos. Pero los españoles tenemos un no sé qué muy especial cuando se trata de muertes violentas de jóvenes, que, ¡los mi pobres!, no tenían culpa alguna en la decisión terminal que tomó su padre o su madre, al castigarles tan canalla e injustamente (no pienso construir ninguna frase con la palabra locura). Hay que recordar también que existe una España negra, con maneras de actuar que no cura el tiempo, y hacia las que me parece una majadería hablar de solucionar y superar mediante la educación. Lo de Ruth y José es, simplemente, el caso más dramático y brutal, que se puede haber dado, y lo que cabe es repudiar mejor que odiar. El odio fue lo que supuestamente llevó al crimen (2 y 6 años), y el verdugo criminal pagará caro el asco que nos proporciona su maldad y despecho: llegar a quitar la vida en una pira de fuego a sus propios hijos.
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