Es cada poco cuando nos enteramos que una persona amiga o conocida ha muerto por cáncer. Cuando alguien afamado nos deja, lo primero que queremos saber en la lectura de la noticia es si ha fallecido por cáncer. El brindis por la salud se hace, más que nada, contra él. En el Día contra el Cáncer son muchas las cosas que se pueden decir, sin dejar de caer en las tristezas por los que marcharon, por los que esperan el desenlace en casa o en una cama de hospital, y sin dejar de ansiar la curación para los más pequeños (en realidad para todos), que llevan en su cara y en su calva cabeza las secuelas de la terrible enfermedad.
En los últimos años, coincidiendo con los recortes, no se ha avanzado nada en la investigación contra el cáncer. Ha preocupado el dinero, cuadrar presupuestos, y se ha dejado de lado una máxima para la humanidad como la de que estamos dotados de una gran inteligencia para llegar a la solución de lo que hoy nos obstaculiza la convivencia. Añadan también pues al cáncer, el sida, la leucemia, la hepatitis C, el ébola, y el hambre, la sed y la falta de medicinas entre los más pobres que les producen una mortalidad cuando tan sólo son unos niños.
El cáncer no es un día, son días para lograr erradicarlo. Lo que piensa el enfermo de cáncer sobre lo que porta dentro de sí, no me atrevo ni a mentarlo. Pero tampoco traten por favor de colarnos la información de que contraer cáncer tiene también un componente de suerte. Los medios de comunicación, en general, cuentan milongas sobre el cáncer. Los periodistas tenemos un código deontológico y deberíamos mirar como la mayoría de telediarios de las tres de la tarde tratan de ponerle fecha de caducidad al cáncer. Así llevan años, y el que viene será el 2016. Por lo tanto, vamos a dejarnos de milongas. El cáncer hay que estudiarlo, hay que dotarlo de recursos, lo que haga falta, porque siempre va a ser más importante investigar sobre las enfermedades que comprar un tanque nuevo. No, la culpa del cáncer no la tiene el azahar, pero en muchos despachos hay expedientes que firmar al cabo del día, para que la investigación avance, y corra de verdad, con dinero, con prisas para curar, y no con reportajes que, a fin de cuentas, sólo son propaganda y publicidad.
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