Por supuesto que coleccionar sellos es una ilusión. Con tan sólo respirar, no
se hace una vida. Hoy faltan ilusiones, sobre todo en los chavales que yo llamo “de chupete”, porque aún siguen con todo a la boca y sin dar un palo al agua. Creo que uno se puede permitir tener asco a su trabajo, manía al jefe, y no soportar muchas de las cosas que te vienen obligadas, pero en la recamara cada cual debe tener su particular ilusión. Hay tantas cosas, además de los sellos, las monedas y los cromos, que alcanzan a ilusionar hasta hacer de ellas compromisos concretos: el hambre, la tierra, el clima, las ballenas, trabajo para todos, democracia, paz, igualdad o acabar con las enfermedades, raras o no. Si esta lista parece como inabarcable, se empieza por poco, que tampoco pasa nada. Porque cualquier minúscula ilusión es como un bien añadido a nuestra existencia, que hace de escudo para no terminar más hastiados de ladrones, cabrones, corrupciones, golfos, desempleo, desahucios, crisis y bancos que la han hecho y ahora hacen el lavado de jeta en vez del dinero.
Las relaciones personales, más cuando llegan al amor, son la mejor ilusión. Hacen que te cosquillee el pecho por la ansiedad positiva que dan también las cosas del querer. No es que quiera ponerme tierno, algo que siempre veo bien, pero hay demasiada gente que no sabe querer y su comportamiento, tan vacío, da penita. Asegurar tan rotundamente que la edad crea limitaciones, es chocar frontalmente con otra verdad mayor: la ilusión no tiene años. Otra muy linda a la vez que dura es cuando unos padres tienen ilusiones por sus hijos. Es notorio que corren malos tiempos para las ilusiones, porque el enemigo mayor de la felicidad es el cenizo. Aunque respetable, tener por tener, no genera más allá de la seguridad, que tampoco es moco de pavo. En fin, que hay que ilusionarse con algo o por algo. Me da igual que sea un equipo de fútbol a que Japón deje de asesinar ballenas para luego hacer betún. Nadie tendría que perderse las primeras ilusiones que se dan con la edad, porque el pasotismo, el porro, el botellón y el ni fu ni fa, no suman para tener el día de mañana buenos recuerdos.