No es que el poder esté alejado del trabajo en España, es que no sabe cómo crearlo. La patronal empresarial, la conocida como CEOE, tiene un presidente con fijación en que la administración pública está muy abultada, pide más flexibilización en los despidos, y ha resultado que prometía más de lo que está haciendo. Crear trabajo en España significa hablar un mismo lenguaje al respecto, y defender al igual unas mismas medidas para paliar y especialmente frenar los casi seis millones de parados que tenemos. La unidad de criterios no existe. Se habla del emprendimiento, de los emprendedores que abran su propio negocio, que tengan éxito y, de ahí, creen puestos de trabajo. Suena muy bonito, pero nuestros jóvenes necesitan espejos en los que mirarse que no hay. Las trabas también siguen y los impuestos son de campeonato como para jugárselo todo a esta carta. En España se habla más rápido de lo que se actúa, y por eso son muchos los jóvenes que están cogiendo las malatas y marcharse en búsqueda de mejor futuro en el resto de Europa y Latinoamérica. Antes, éramos país de oportunidades, ahora, se nos van los más preparados, los científicos y los mejores con ideas que llevar a cabo, pero poniéndolas en práctica en otros países.
El trabajo se crea en España con una política más unida, con una banca vigilada a rajatabla y a la que se exige dar créditos en vez de estar enfrascada en las causas penales de sus directivos. Dicho esto, tolerancia cero con la corrupción de cualquier tipo. El trabajo se crea en España con una educación y una universidad potentes que den la preparación que exigen los tiempos. El trabajo se crea en España bajando impuestos y alentando al consumo. Creamos también trabajo con unos autónomos que recobren la confianza en el mercado, viendo cómo los ciudadanos volvemos a entrar en sus negocios. Dejemos también la política para los políticos. Patronal y sindicatos, ¡manos a la obra!; que se pongan a trabajar en cambios que han dado resultado en otros países. Nada de apartar a trabajadores con la gran experiencia de su edad (mayores de 50), y nada de intentar pagar a los jóvenes mejor preparados de nuestra historia con sueldos miserables con los que no pueden pagar ni un triste alquiler. Decir cada día una nueva chorrada, venga de quien venga, en busca de una foto en un periódico, no es hacer país y menos es sumar. Y aquí hay que sumar para crear trabajo: con legislación, con iniciativas, con ayudas, con planes, apostando, haciendo circular el dinero, y creyendo en nuestra gente por encima de todo. ¿Fácil de escribir? No. ¿Fácil de hacer? Sí. Porque hasta ahora ni se ha pensado en llevarlo a cabo todo junto, ni se ha actuado así.
