Tengo una sensación como de que estos catorce años ya trascurridos del nuevo siglo sólo nos han servido para retroceder al pasado. Dice mi buen amigo Manuel González Zarzuelo que últimamente me ve un tanto escéptico, aunque para ser preciso añadiré que él utiliza la palabra euroesceptico. Seguro que dirá bien, ya que siempre trato, como en el humanismo, de ser claro en la expresión. “El estilo que tengo me es natural y, sin afectación ninguna, escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible porque, a mi parecer, en ninguna lengua está bien la afectación.». La frase es del humanista Juan de Valdés. Querido Juan: pocos te escuchan en los tiempos malos (déjame que insista Manuel en mi pesar), porque el que no enrevesa palabras, evita la verdad o, directamente, miente. Los temas y asuntos sobre los que se actúa así, me temo que son los mismos que en la época de este buen humanista: la política, la economía, la paz y la guerra, la comida y el hambre, las culturas, y los deportes, con el fútbol
al frente de lo más sucio y perverso que puede haber en torno a que una pelota redonda ruede por un campo de fútbol. Al pan, pan, y al vino, vino, debería ser cauce de entendimiento, apreciado Manuel, en todas las relaciones que emprendiéramos desde el lugar en que nacemos a otros lugares que lleguemos a pisar y conocer. Escribo el verbo pisar a posta.
Quien no aplasta a sus semejantes y de paso al resto de las especies englobadas en la madre naturaleza es considerado un débil o un cobarde. Señor Juan de Valdés, no sé cómo decir de otra manera, sin mentir, que Obama prepara otra guerra, de paso Rusia también para estar empatar, que Europa ha abdicado de todo, que los gobiernos se creen únicos una vez elegidos y no gobiernas para y por sus ciudadanos, que no hay líderes con auténtica sensibilidad de un mundo mejor para todos, y que algún día todo esto tendrá que cambiar porque los jóvenes apestados de hoy serán los auténticos reyes del mañana. Quizás Manuel González Zarzuelo tenga razón en su predicción sobre mí, porque aspirar al humanismo de Juan Valdés, conlleva siempre hablar alto y no dejar nunca de luchar por la verdad que se nos hurta.