Publicado el 30 de enero de 2010 en el Diario Montañés
Coincidencias de la vida, nací precisamente en el año en que Bernard Lawrence Madoff (“Bernie” para los amigos que ahora le dan la espalda) fundó en 1960 la firma de inversión más importante de Wall Street. Tras una vida de suerte, lujo, poder y acumulación de todo tipo de riquezas, tuvieron que pasar cuarenta y ocho años para que en 2008 yo siguiera en la tranquila Cantabria y él acabara con sus huesos en la cárcel, por estafador. En su gran fraude esparcido por todo el mundo, Madoff dejó un cañón de 50.000 millones de dólares, que fue la gota que colmó el vaso de la crisis económica en que estamos inmersos, unos más que otros. Ahora se habla menos de ello, porque el tiempo hace olvidar casi todo, pero a finales del 2008, coincidiendo con su detención, el debate general se centro en los despilfarros de los Gobiernos, la Banca, los ejecutivos, la falta de ética en los negocios o la necesidad que los Estados regulen con más firmeza y decisión a los intermediarios económicos, poniendo cerrojo a las malas actuaciones y haciendo cumplir los códigos de las buenas maneras en los negocios para no perjudicar a los trabajadores. ¿Dónde ha quedado este necesario debate? Quiero pensar que para la recuperación, se van a abordar de verdad las cinco mejores garantías que tenemos para despedir a la crisis y dar solución así a millones de problemas individuales.
1. La Ética. Gandhi dijo muy acertadamente aquello de “nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible”. Con la economía pasa lo mismo. El trabajo está en la base de una sociedad que sabe convivir y se desarrolla ordenadamente. Si todos nos comportamos con una ambición desmedida, muy por encima de nuestras posibilidades reales, estamos tomando un camino erróneo, que en muchas ocasiones se aleja de lo ético y corrompe el sistema, con el consiguiente desasosiego de unos ciudadanos que más bien buscan la estabilidad y la tranquilidad en sus vidas.
2. El Diálogo Político y Social. Es cierto también que los países más prósperos lo son porque saben hablar y tomar decisiones internamente, en las que se implican todos. Aquí lo llamamos que los partidos políticos se pongan de acuerdo, y con ellos los empresarios y los sindicatos. El ciudadano, preocupado por su empleo; el desempleado, angustiado por estar parado; los jóvenes, en busca de una primera oportunidad, quieren ver que se mueven las fichas del engranaje social, porque el diálogo, mejor dicho la falta de diálogo, puede resultar un arma mortífera a la hora de quebrar la salida de la crisis de un determinando país.
3. La Unidad. Dependiendo de las épocas o de los territorios concretos, en España escuece hablar de unidad. Una cosa es pedirle y exigirle al Estado, aunque al mismo tiempo se reclame independencia, y otra muy distinta aportarle, enriquecerle, y con ello potenciar una unión política, económica y social común. Para eso se creó por ejemplo la Unión Europea, donde el rumbo común es hoy también una incógnita. Pero dentro de un mismo país, no son entendibles discursos dispersos a la hora de salir de la crisis y superar los graves problemas de paro, de ERES y de desaparición de empresas y autónomos o deslocalización de industrias que levantan el campamento y se van a China. Esto pasa en España donde, a veces, se habla de remar todos juntos, aunque no se hace.
4. Trabajo, Productividad y Competitividad. Si hay crisis, baja el consumo, si baja el consumo, bajan las producciones y si bajan las producciones, hay menos trabajo y el paro es una amenaza real que se propaga. Es lo que más nos preocupa hoy a los españoles: perder el curro. Ha superado en el listón a todas las demás preocupaciones sobre las que nos suele preguntar de cuando en cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (el famoso CIS), que tiene en la lista al terrorismo, a los políticos y la intención de voto. Estamos realmente angustiados, más los parados sin perspectivas, lo que nos lleva a pensar que el trabajo que queda en pie hay que hacerlo bien, siendo productivos y especialmente competitivos, uno de nuestros viejos problemas. Las nuevas tecnologías, sin punto de partida productivo (ósea, tener algo que hacer) son una patraña.
5. La Educación. Cuando se trata de lecciones de economía, hay que estudiar a “Bernie”, todo lo que desfalcó, para que las nuevas generaciones se formen adecuadamente. Hoy, nuestros jóvenes están desorientados. ¿Las culpas? Poca o nula exigencia en el sistema educativo, escaso esfuerzo para lograr cosas (mal por los padres), vicios, marcas, y referencias continuas a que lo mejor es dar un salto a televisión para ganar el dinero como lo hace Belén Esteban. ¡Qué pena tan real! Nuestra obligación es que aprendan de las causas que han llevado a esta gran crisis. Sin esfuerzos, no se alcanza nada. Los que nos mandan y los medios de comunicación, deben ser referentes permanentes en esta forma de ser y de hacer. En los que han utilizado malas prácticas hasta provocar la crisis, no estoy de acuerdo con otra cosa que dijo Gandhi: “con el ojo por ojo, todo el mundo acabará ciego”. Que lo paguen. Porque mientras no se despejen estas cinco incógnitas, no habrá fórmulas mágicas para despedir de una vez por todas a la crisis. ¡Que lo hablen, que lo hablen en el G-20!