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Cantabria, obras en la vía sin tren en agosto, y un daño general

Juntar las palabras Cantabria y tren exige mente fría ante lo que es una histórica relación de abandono y averías. Todo lo relacionado con red ferroviaria regional lleva aparejado un retraso ancestral. Lo habitual es información-denuncia, quejas y fotos de pasajeros andando por la vía, dejando atrás el convoy inutilizado. Pero lo último parece del rango de las fake news: Cantabria, por obras, se quede sin tren a la Meseta durante todo un mes de agosto. Pues sí, la noticia es verdadera. Alguien nos ha encasillado como los habituados, y qué más da el turismo que se pierda o las mercancías que no lleguen por tren al Puerto de Santander.   

No pierdan siquiera un segundo en pensarlo y dudar de que el caso de Santander, como ciudad española turística de primera, se vea sin trenes de acceso a la Meseta durante un mes de agosto, y algo semejante sea posible hacerlo igual en otra región española. Piensen ustedes en el País Vasco, Galicia, y no les digo nada con Cataluña. No, allí no pasaría, además de no perder de vista en todo momento la lógica de que estamos hablando de la temporada alta veraniega, la más trascendental para visitantes, pernoctaciones, y gasto general en una hostelería y demás empresas y servicios turísticos que van a notar de lleno que el autobús sea la forma de salir y llegar a Santander, sustituyendo al tren, por obras en la vía nacional, que tienen que acometerse, precisamente ahora, con los años y años que hace que la región espera  mejoras ferroviarias.

Por concretar, esta anormalidad se debe a que tanto trenes de Cercanías como de Media Distancia se ven afectados por las obras del AVE, y por otras que se llevan al tiempo en la duplicación de la vía convencional entre Torrelavega y Santander. Como consecuencia de ello, desde la capital de Cantabria a Valladolid solo se puede viajar en autobús, y lo mismo tiene que hacer el viajero con destino a Madrid o Alicante, que tendrá que coger el tren en Palencia. Todo en pleno agosto.

Una televisión nacional rotulaba así la noticia: “Sin trenes de Madrid a Cantabria en agosto”, lo que quiere decir que semejante barrabasada no es que solo se aprecie a nivel local, sino que es evidente para cualquiera, y no digamos de cara a los usuarios en sus planes vacacionales. No es de extrañar la rápida reacción frente a Renfe y Adif del Ayuntamiento y el Puerto de Santander, de la CEOE-CEPYME o la Asociación de Hostelería. El tráfico ferroviario de mercancías resulta también esencial para el puerto santanderino. Van a sufrir el mismo aislamiento durante un mes de los trenes procedentes de comunidades cercanas, desde la de Castilla y León a la de Madrid. ¿Nos imaginamos a los puertos de Bilbao, Barcelona o Valencia pasando por el mismo trance? No, tampoco lo imaginen, porque nunca ocurriría.

“El tráfico ferroviario resulta esencial para el puerto santanderino. ¿Nos imaginamos a los puertos de Bilbao o Barcelona pasando por el mismo trance?”

La rocambolesca historia de las infraestructuras de Cantabria, lo mismo en carreteras, que trenes, que aeropuerto, da para escribir una gran enciclopedia.  Hoy, junto a los años y largas demoras en concluir cualquiera de estas obras, hay que sumar que a organismos del Estado les dé por llevarlo a cabo en un mes de agosto. Hablar de previsión, planificación o coordinación es innecesario, porque sencillamente no se tienen en cuenta ninguna de estas tres grandes cuestiones concernientes a cualquier plan que se pretenda poner en marcha. Si esto no sería posible llevarlo a cabo en otra comunidad autónoma, entonces, ¿por qué se hace con Cantabria?

Al final de cada verano, las regiones turísticas hacen un balance del número de visitantes registrados, y la repercusión que ha tenido ese turismo en la economía regional. Que nadie albergue tampoco duda alguna de que no contar durante todo un mes sin el tren que nos une a Palencia, Valladolid o Madrid, nos va a hacer perder oportunidades e ingresos, que son muy necesarios ahora mismo para esta comunidad autónoma.  

Por supuesto, la historia de los trenes de Cercanías y Media Distancia de Cantabria hay que contarla ensalzando siempre a los usuarios, no atenderles como es debido, ni tampoco escuchar y responder debidamente a sus quejas y reclamaciones, que se amontonan. Con los autobuses que obligatoriamente sustituyen a los trenes vuelve a ocurrir esta despreocupación oficial, de los responsables de la red ferroviaria, hacia los cántabros. Alguien recordaba en estos días lo de la construcción de nuevos trenes que no hubieran cabido por los túneles existentes en la región. Ha venido muy a cuento rememorarlo, porque todo lo que se diga sobre el mal servicio ferroviario que se viene prestando no resulta en nada exagerado.

La información sobre trenes y sus recorridos que se produce a diario en Cantabria está teñida de averías. Día tras día es noticia en la calle. La última que se ha producido dejó tirados en Orejo a medio centenar de pasajeros, que fueron andando por la vía hasta la localidad de Heras, para allí subir a un nuevo tren. Los medios informan de ello y hablan de la historia del caos ferroviario o de imágenes que avergüenzan a Cantabria. Se ha hecho tan habitual, tan normal, que alguien en algún despacho de Madrid ha llegado a la conclusión de que una más, dejarnos todo un mes sin tren a la Meseta, ya da igual. Y no debería ser así, porque ni por asomo se atreverían a hacer lo mismo en otra comunidad autónoma de las que ahora se habla tanto, con motivo de aumentar su financiación a costa de otros,y que antes, en anteriores exigencias, también han conseguido las transferencias en trenes de Cercanías con la consiguiente dotación económica que invertir en mejor red y maquinaria que la que existe en el resto de España. Los cántabros no podemos tener duda alguna sobre nuestra particular situación ferroviaria. Estamos a la cola en la debida atención y mejoras. Por si esto no fuera poco, lo quieras o no, si en estos días vas a coger un tren a Madrid, primero te llevan en autobús a Palencia. Han cerrado la vía por obras, en un caluroso agosto de 2024, y por la tardanza habitual en estos trabajos, vamos a ver si podemos dar la noticia en septiembre de que se reanudan los viajes. Crucemos los dedos, mejor que la peligrosa vía.

“Los medios hablan de la historia del caos ferroviario. Se ha hecho tan normal que alguien ha llegado a la conclusión de dejarnos un mes sin tren”

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