
En el momento más crítico del Covid nos hemos quedado en casa. Observábamos la acción del Gobierno y las autoridades sanitaras para atajar una pandemia que deja miles de muertos. Los ciudadanos estamos de regreso en las calles, y ahora somos los auténticos responsables de lo que pueda pasar. Mientras se nos pide prevención, mucho del protagonismo de esta nueva normalidad se lo llevan necios, insensatos e incumplidores. Confiarse siempre ha estado en las conversaciones de lo que nos pasa

Hablar tan a la ligera de postcovid es una irresponsabilidad, pero la economía manda. Tras la cuarentena, el desconfinamiento y las fases, asistimos ahora al pasotismo de mucho insensato, que actúa de manera irresponsable frente al coronavirus. Lejos de cambiar en positivo, se aprecia falta de consideración hacia muertos y contagiados, que no son más por la heroicidad sanitaria y de miles de trabajadores que siguieron en sus puestos, mientras los demás coreábamos el “Quédate en casa”. No hay postcovid,

Si Estados Unidos retrocede en derechos entre ciudadanos blancos y negros, el resto del mundo ya puede asistir preocupado a lo que, realmente, toca vivir en este siglo. Antes del Covid-19, coincidente con los disturbios raciales por la violenta muerte del ciudadano afroamericano George Floyd, las alertas habían avisado suficientemente sobre el aumento del racismo. Pero determinada política, representada por nombres muy concretos (el principal hace sus proclamas por Twitter), se basa en tensar la cuerda de la convivencia, hasta

La imagen de mascarillas y guantes usados y tirados por los suelos resulta ya cotidiana. Tan sucio comportamiento encuentra muchos nombres, cerdos, marranos, cochinos… Ningún cambio podemos esperar de los mequetrefes de turno, que no han recibido la debida instrucción en casa para saber vivir en comunidad. Lo verdaderamente importante es insistir a las generaciones educadas en el respeto al medio ambiente, sobre que nada nos desvíe de reclamar respeto sagrado al planeta para que cese su permanente destrucción. Antes

El Covid mandó a casa a millones de estudiantes españoles, sin Plan B, para que el curso escolar resultara igual de útil mediante la educación online (quien la haya tenido). El sistema educativo es una cosa, porque marca la agenda oficial y pone los medios, y el profesorado otra. Este último ha demostrado que la vocación mueve montañas. Sería bueno escuchar a los educadores, ya que hasta que la enseñanza presencial no mejore atendiendo sus recomendaciones, la formación digital será

Pese a todo el ruido que genera la confrontación, la reconstrucción de un país requiere de la participación de todos, sin levantarse de la mesa hasta alcanzar los acuerdos necesarios. Quienes importan ahora son las empresas, los trabajadores, los autónomos y las personas en riesgo de pobreza. El diálogo, el acuerdo y el compromiso forman parte de este reconstruirnos, dirigiendo los esfuerzos a resolver los problemas de quienes realmente importan. Como esas elecciones que tienen segunda vuelta antes de elegir

En paralelo, el Covid ha generado otro virus que se resume en aumento de pobreza social. Se representa especialmente mediante la pérdida de empleos y negocios. También en la falta de respuestas urgentes, caso de los miles de trabajadores que hay en espera de percibir prestaciones por los ERTE. Para estar preparados, sería deseable explicar cristalinamente a los españoles la economía en forma de precipicio que viene. Creo que es en Bachillerato cuando nuestros estudiantes han de aprenderse la lección