Valencia y voluntarios son dos palabras que empiezan por la misma letra. Nada menos que 100.000. Han llegado a la zona cero de la tragedia, transportando ayuda y poniéndose manos a la obra en los trabajos que fuera menester. Lo hicieron además raudos, sin pensarlo dos veces, como si parece que hicieron diversas Administraciones, que en absoluto dieron sensación de reacción urgente. Los 100.000 de Valencia son todo un ejemplo de solidaridad y eficacia. Han demostrado que no hay un
Después de la catástrofe natural llega la reconstrucción. Valencia necesita ingente capital con el que apoyar a empresas, trabajadores, autónomos y particulares que también lo han perdido todo. No es que lo recalque el empresariado local, es que las ayudas han de materializarse en cantidades concretas transferidas ya a los damnificados. Se teme a la burocracia y a su lentitud. El tiempo nos lo va a decir. Entretanto, hay que demostrar unidad, agilidad y también comprobar que las infraestructuras vuelven
De Valencia se habla en todas partes y de lo que no hay que hacer en caso de una catástrofe natural como la terrible DANA arrasadora. Aquí ha fallado todo, no se ha previsto nada, y la actuación de emergencias desde el primer momento ha sido lamentable, por falta de buenas decisiones a cargo de quienes las deben tomar. Los valencianos lo expresan con mucho dolor: “Nos hemos sentido abandonados”. Construir otros relatos interesados (muy de ahora) es sencillamente ruin.
Todo lo relacionado con el fútbol y los grandes clubs genera mucho ruido, con más razón si se trata de gritos racistas proferidos por odiadores confesos hacia jugadores de color. Deben ser expulsados de los campos y puestos a disposición judicial. Vinicius lanzó la piedra sobre que España es un país racista, y el debate de si lo somos o no está candente. No ayuda que los insultos xenófobos se sucedan. Resta también que cada vez tenemos más inseguridad jurídica,