Cada vez nos sentimos más aislados. Se llama soledad. Nos la creamos, pero también nos la generan. No importar a nadie es seguramente la peor sensación con la que alguien puede vivir. Y hay muchas personas inmersas en la soledad más absoluta. No solo la cantidad va en aumento, es que se ha doblado, y más tras el covid. En la sociedad actual el protagonismo lo tienen las tecnologías, el móvil, las redes. Hablar, conversar, preguntar a otros cómo están,
Pertenecer al selecto club europeo conlleva que sus instituciones auditan permanentemente la manera de funcionar de sus países miembros. No gusta asumirlo, pero nosotros, de habitual, no salimos bien parados. Ahora es con un suspenso en innovación. Dicen que no invertimos lo suficiente en ello, que falla la cultura empresarial, aunque puntúan bien las exportaciones que hacemos. No se entiende que España organice anualmente los mejores congresos del mundo en avances y tecnologías, y no sume. He dicho ya causas,
Gozábamos de un sector turístico de primera, y en esto nos disparamos al pie con los pisos turísticos ilegales, lo que genera destrozos al conjunto de la sociedad. El perjuicio es tanto para jóvenes como para mayores. Los primeros no pueden comprar casa, ni tampoco alquilarla. Y los segundos están viendo cómo fondos buitres de inversión adquieren bloques enteros de viviendas, y a continuación plantean desahuciar a los inquilinos de siempre, sin que les importe en absoluto su edad ni