Con nueve años, aún recuerdo como si fuera ayer cuando Neil Armstrong puso por vez primera en la historia su botaza de astronauta en la luna. Desde 1969 en que ocurrió, el mundo se metió en más y más avatares y avances, por desgracia también más guerras, pero el desarrollo continuo fue la señal principal de una civilización empeñada siempre en el crecimiento por encima de otras muchas cuestiones. Tragamos durante décadas y generaciones con la excusa, medio verdad y medio mentira, de inventar y descubrir para el bienestar general de las personas. En paralelo, el gran negocio de Gobiernos, banqueros y financieros ambiciosos bien conectados con el poder, siempre ha existido como hecho corriente del planeta tierra, habitado por ricos y pobres de solemnidad. Desde lo de Armstrong ha llovido mucho y en pleno siglo XXI estamos embarrancados, empezando por la potencia más poderosa donde nació este héroe de las estrellas fallecido ahora Un Obama, metido o no en elecciones, siempre ha sido un presidente de grandes frases. Esta vez lo ha vuelto a hacer: “ellos (la tripulación del Apolo 11) mostraron al mundo entero que el espíritu americano puede ver más allá de lo que parece inimaginable, que con el esfuerzo y la ingenuidad necesaria todo es posible”. Pero la gran crisis económica, de valores, de líderes nuevos con imaginación que dé resultados tempranos, no lo aguanta todo, ni siquiera las declaraciones ingeniosas del presidente norteamericano.
Lo que es cierto es que la bota de Armstrong es un pretexto para poner otras en proyectos económicos y sociales nuevos que traigan la riqueza que anhela nuestro mundo actual, habitado por millones de parados, y con mayores desigualdades de esos ricos y pobres que citaba hace un rato. El poder se muestra más preocupado por sí mismo, que por eje ciudadanía, libertad y solidaridad. Coquetea más con presupuestos, déficits, préstamos, reducciones, y rescates. Vamos para atrás, es notorio, cuando estamos más necesitados de pasos precisos y contundentes, que nos saquen de esta selva salvaje de paro y de recortes sociales que nacieron al albor de cambios a más. Para ello necesitamos voces que no titubeen, ideas que prosperen y refundar organismos que ahora están en cao técnico, para, entre todos, sacar adelante un buen plan. Tenemos que volver a alcanzar la luna, porque sólo con ello recuperaremos los sueños imaginables para alcanzar otro momento de conquista humana, como es salir ya de esta crisis.